Me quedo con una de las frases más inconcretas y, sin embargo, comprometidas de cuantas pronunció el ya presidente Mariano Rajoy durante el debate de investidura. Dijo que para su Gobierno no habría españoles buenos y malos, todos serán iguales, todos necesarios, todos dignos de respeto.
Y remató su concisa declaración de principios con la promesa de una rigurosa justicia en el reparto de la austeridad que ha de comenzar por el propio Gobierno. Lo celebro y le tomo la palabra. Para tender a dicha igualdad hay que reducir la fractura social que separa a los españoles ricos de los pobres. La actualización de las pensiones y las rebajas fiscales para las pymes van en la buena dirección, pero es urgente conocer de qué partidas de los presupuestos va a recortar los 16.500 millones de euros para cumplir con el objetivo marcado por la Unión Europea.
A efectos de la prometida igualdad y del reparto de la austeridad conviene saber si habrá mayor progresividad fiscal; dicho simplemente: si pagarán más los que más tienen. Si subirá el IVA o bajarán las prestaciones por desempleo. Si se tomarán medidas inmediatas para combatir el fraude fiscal y otras corruptelas que provocan injustos agravios comparativos. Si está dispuesto a que una persona no perciba dos o más retribuciones de la Administración Pública para acabar con determinados privilegios, así como buscar acuerdos para promover que la deuda hipotecaria se salde con la entrega de la vivienda. Y si piensa retirar el recurso de inconstitucionalidad contra la ley de matrimonio homosexual. Por hacer preguntas, que no quede.
* Tomado de Publico.es