Así lo afirmó el director técnico de fútbol Carlos Sevilla cuando el pasado mes de noviembre le llovieron las críticas por la comparación que hizo del jugador Blanco con su plantel (del Deportivo Quito). Así mismo, el escritor Andrés Cárdenas afirmó que “las redes sociales son un antro”. Y poco antes se creó el hashtag ‘Lárgate Chiriboga’ en el que se ‘denuncian’ las ineficiencias del presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, Luis Chiriboga, quien cargó contra las redes sociales y amenazó, a través de su abogado, con juicios penales a todos los usuarios que se atrevan a seguir ‘insultándolo’. Luego, poco antes de su reelección, aseguró: “He perdido el apoyo de miles de ecuatorianos (los de las redes sociales), pero tengo el cariño de los obreros, de los albañiles y los carpinteros.”
Efectivamente, las redes sociales, hace mucho dejaron de ser ese lugar de encuentro para una comunidad ansiosa de compartir intereses comunes. Y pasó a convertirse, sobre todo, en un refugio para la soledad, en un espacio de desahogo para todas las frustraciones, complejos y deseos reprimidos. O para el más ingenuo o audaz exhibicionismo de sus atributos físicos; músculos y rostros en el caso de los hombres, y senos, culos y bocas, en el de las mujeres. Y como afirma el periodista argentino Bertolotti: “Las redes sociales son un buen alimento para la esquizofrenia, para la más simplista verborragia compulsiva. No tienen filtro y reproducimos en ellas una cloaca que desagota cloacas en otra gran cloaca”.
Todo esto para referirme a lo que sucede ahora en el país cuando el presidente Correa, en sus sabatinas, cargó contra ‘crudoEcuador’. Aunque en este caso hay que agregar otros dos componentes: el humor y el anonimato. Estos dos elementos han existido desde siempre. Precisamente en una de las fiestas que nos aprestamos a vivir, los carnavales, es en donde se evidencian. En los carnavales, fiesta pagana, surgen las coplas y los contrapuntos cargados de ironía, sarcasmo, picardía y fino o grueso humor. Pero, además, son proclamadas a los cuatro vientos a través de la máscara o el disfraz. Y es desde el anonimato que se expresa todo lo que sin él es imposible decir; a la amada, a la sociedad y, por supuesto, al poder y la autoridad. Ese el gran valor del anonimato. Por ello, todos los poderes -eclesiales, políticos, locales y nacionales- han intentado suprimirlo. La Iglesia hasta excomulgaba a quien se atrevía a celebrar el carnaval.
En los niveles de confrontación que se vive en Ecuador, las redes sociales son también escenario de disputa política. Y el humor se ha convertido en una herramienta para el ejercicio de la oposición política. De ahí, incluso, el resurgimiento de blogs, ‘memes’ o páginas que no son sino instrumentos para hacer oposición. Una oposición radical, en muchos casos calumniosa y mentirosa, que no da lugar al debate o la discusión inteligente.
Las redes sociales pueden ser espacios para compartir intereses comunes, para la información o la ensoñación. Pero también pueden ser simplemente una cloaca. Y como sabemos, las cloacas nada tienen que ver ni con la democracia ni con la libertad de expresión.