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El Telégrafo

Las preguntas que debemos hacernos

10 de mayo de 2013

Nos hemos pasado hablando sobre las limitaciones de las libertades en el país. De nuestras restricciones de prensa, de las intromisiones extranjeras, de exabruptos presidenciales y de los impasses diplomáticos. Están los que lanzan satélites y los que desestiman. Los que navegan el río retórico de la Revolución Ciudadana y los que creen que es una pantalla. Los llorones, los gritones, los contestatarios y hasta un grupo de garroteros. Pero entre todo este meollo mediático y político, entre los chismes, las acusaciones y las plegarias, hay una estructura estatal que avanza indiferente ante el circo.

Los últimos datos de la CEPAL, y los datos que se pueden obtener del Banco Mundial, son una locura. Un crecimiento por encima del promedio de América Latina (de 5% para el año pasado, y una proyección del 4% para este año), una tasa de matriculación escolar del 112%, una reducción de la pobreza del 10% en los últimos 5 años, 8 objetivos del milenio cumplidos a 2011, la tasa de desempleo más baja de los últimos 30 años. La lista sigue. Y si bien las cifras crudas siempre tienen su grado de distorsión y que, efectivamente, hay un empuje regional en el que está subido el Ecuador, hay que entretener la idea de que el modelo económico, este híbrido ideológico y teórico, está dando, en cierto modo, resultado.

Son las cifras que sostienen al gobierno. Que lo legitiman en cada sabatina, en cada cadena de la SECOM. A pesar de las abismales diferencias retóricas, habrá que ver las tendencias tan similares de Colombia y Perú. Hay algo que está funcionando. Los detractores de este modelo verán nuestra aún terrible dependencia del petróleo; pero vamos, es nuestra “acumulación originaria”. Y tienen un resto de razones que serán importantes llevarlas al debate.

Pero ni los partidarios ni los detractores estamos haciendo las otras preguntas. ¿Por qué no crecemos más? ¿Qué nos falta para tener ese crecimiento asiático, ese modelo que tanto se está emulando? ¿En qué parte se corrompe la cadena?

Si bien el crecimiento económico no es el único indicador de desarrollo, sí genera un círculo virtuoso que permite desarrollarse en otros aspectos. Y es dentro de este desarrollo que parece existir un limitante estructural.

¿Cultural? ¿Seguimos siendo la cultura del padrinazgo? ¿Social? ¿Seguimos detenidos por ese mestizaje organizacional que no termina de creer en las instituciones? ¿Son estas, efectivamente, las preguntas que debemos hacernos? Lo importante será lanzarlas. Sin salir de lo político, cuestionar los económico y estructural.

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