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El Telégrafo
Juan Cárdenas Espinoza

Columnista invitado

Las orejas del lobo

Columnista invitado
21 de mayo de 2014

Se vistieron de ovejas para esconder sus verdaderas intenciones. Que no hay derecha ni izquierda, que solo les anima la felicidad de todos. Al fondo el coro del averno mediático, jugándose la carta de recuperación de ‘sus derechos’, que no son los nuestros, sino del estatus que construyeron a perpetuidad. Hasta que se les durmió el diablo; y de los escombros de la partidocracia corrupta surgió el milagro de patria para todos. Ahora están de regreso en lugares donde les jugó el numerito.

Y para variar, volvieron con las mismas prácticas politiqueras. No otra cosa es el reclutamiento de votos a base de dádivas y ofertas para consumar una total hegemonía en el Municipio de Cuenca, donde le tiraron el hueso de la Vicealcaldía a una oportunista. Qué pena, don Marcelo, parecía de valor su palabra, pues mientras a Alianza PAIS le jugó con el discurso de la legitimidad democrática, por otro lado hacía otra cosa para burlar la voluntad popular morlaca que confió en la lista 35 su mayoría de ediles.

En Quito los compromisos de AP se cumplieron en la designación de Vicealcaldesa afín al burgomaestre para facilitar la gobernabilidad, con diálogos transparentes sobre proyectos que garanticen la continuidad de obras para la ‘Carita de Dios’. Pero ya asomaron las orejas del lobo, predestinado por la derecha nacional e internacional para desandar el camino de la revolución y volver al nefasto neoliberalismo, factoría de la miseria popular.

Ahora mismo la rancia oligarquía capitalina, los banqueros, los militares cavernícolas y reaccionarios, aupados por la virulenta oposición mediática, baten palmas por los primeros signos del retorno de los brujos, verbigracia el cambio de la estrofa libertaria en el Himno a Quito por el vasallaje colonialista y dependiente de la corona ibérica con conquistadores, toros y olé.

Solo el apoyo ciudadano a la revolución en marcha frenará a los reaccionarios en sus intentos golpistas como lo hacen sus pares imperialistas en la patria de Bolívar. La democracia les sirve cuando pueden hacer lo que les da la gana. Para Nebot, por ejemplo, la entrega de la credencial que legalizó su mandato no fue nada más que una ‘payasada’. Están embriagados de poder en sus parcelitas arranchadas a punta de demagogia.

El antídoto está en volver orgánica y estable la emoción utópica de la Revolución Ciudadana con más organización del pueblo.

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