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El Telégrafo

Las nuevas horas con Fidel

10 de enero de 2014

Ignacio Ramonet, el gran periodista y escritor español, ligado entrañablemente a América Latina, a través y especialmente en el seguimiento de los exitosos procesos sociales y políticos que vivimos  en esta parte del orbe, todos ellos conducentes al cambio de época, estuvo unos cuantos días en Cuba. Él, autor de una serie de medulares entrevistas, vertidas luego en libros sobre los grandes estadistas de nuestra tierra, convertidos por su sustancial acción revolucionaria en leyenda, tales como Fidel Castro y Hugo Chávez. Así podríamos mencionar, las Cien horas con Fidel y su última producción Hugo Chávez. Mi primera vida. La primera obra transmutada en un suceso editorial de carácter mundial y la segunda presentada con gran éxito en la Feria  del Libro de Guadalajara 2013.

Invitado al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, efectuado hace unas semanas en La Habana, Ramonet tuvo nuevamente la singular oportunidad de entrevistarse con el jefe de la Revolución cubana. En dicha ocasión, sin libreta de apuntes y grabadora, como informador de casta, ético y veraz -que siempre ha sido-, pero en esta vez su plática fue en la condición del amigo que se encontraba con su fraterno en esa calidad, después de cerca de dos años de ausencia.

Y la primera impresión, la física, fue singular: “se lo veía en estupenda forma”, y luego la síntesis del encuentro, en el espacio intelectual, social y político, con todas las magnitudes y los adjetivos certeros de una mente superior como la de Fidel, fue vertida, indagando puntualmente sobre la situación europea y específicamente la de Francia, adicionando otros temas fundamentales para la humanidad: la defensa del medio ambiente, la preocupación por la proliferación de las armas atómicas, el derecho del pueblo iraní de acceder a la energía nuclear con fines pacíficos y, obviamente, sus tribulaciones sobre los aspectos sociales de las nuevas formas de explotación del hombre por el  hombre, como por ejemplo la reapertura y explotación de las antiguas minas de carbón donde diariamente muere un promedio de cien personas.

Renglón aparte mereció la temática de nuestro continente, los progresos evidentes de la mayoría de los países en la construcción de la Patria Grande, las perspectivas del desarrollo de las nuevas formas partidarias que implican las expectativas del futuro que conduce a la esperanza de un mundo mejor y posible,  las incertidumbres y los peligros de una guerra termonuclear; y también las dolorosas pérdidas: la muerte del comandante Chávez, el mejor amigo del expresidente Castro y de la nación cubana; y de Mandela, símbolo de la dignidad humana. Empero, los 150 minutos de conversaciones del revolucionario y el periodista habían concluido. La celeridad del pensamiento del dirigente cubano estaba intacta y, como afirma  el comunicador: “Este relato, junto con dar a conocer algunas reflexiones actuales del líder cubano, solo aspira a responder la curiosidad de tantas personas que se preguntan con buenas o malas intenciones: ¿Cómo está Fidel?

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