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El Telégrafo

Las músicas del mundo

01 de febrero de 2013

María Mercedes Fierro es una gran radiodifusora; desde Riobamba emigró a los Estados Unidos, en donde logró con tenacidad abrirse camino en el mundo de la radio. Conducía un exitoso programa en la cadena Spanish Broadcasting System. A pesar de lo bien que le iba, siempre le molestó que no podía programar por cuenta propia, ya que las grandes casas discográficas imponían la  pauta de los temas que debía poner al aire. Mercedes recibía la lista de las canciones y no podía alterarla. Tanto es así que recibió un memo en el que le decían: “no habrá ninguna excepción y el no cumplimiento será motivo de terminación de su empleo”.

Este es solo un ejemplo de la forma en que se manejan las programaciones de las estaciones de radio. Las transnacionales imponen música comercial; pasajera, desechable, basura. En una nota anterior decía que es fundamental que la música de creadores nacionales tenga también un espacio en la programación de las emisoras del país. Pero esto no quiere decir, obviamente, que no debamos escuchar la música que se hace en el mundo. Es clave para la formación cultural de los oyentes y para el crecimiento profesional de los creadores.

Sin embargo, la realidad cotidiana nos dice que en la mayoría de las emisoras comerciales jamás escuchamos las músicas del mundo; las canciones, de calidad y de diversidad de acentos, que día a día se producen en todos los continentes. Como la de Putumayo Records, todo un emblema de diversidad y calidad.  Y a pesar de ello, jamás está en las emisoras comerciales. ¿Cuál es la razón? Muy simple, a los propietarios solo les interesa hacer dinero.

Las estaciones de radio no son medios para la promoción de la cultura, no; son negocios que deben ser rentables. De ahí que para esos propietarios no existe la responsabilidad cultural.  Igual sucede con ciertos empresarios artísticos que solo les interesa hacer dinero y no contribuir a la formación cultural, al conocimiento de nuevos grupos y cantantes y menos la formación de públicos atentos, críticos y exigentes.

Y no se trata de ignorancia, mala fe y peor calumnias. Para nadie es desconocido, por ejemplo, la famosa “payola,” es decir el pago que los músicos deben hacer a las emisoras para que pasen sus canciones. Así funciona la “industria”. Recuerdo que cuando dirigía una revista musical, las propias casas disqueras ofrecían regalos, viajes, etc., para promocionar a determinados grupos o cantantes. Así mismo, no pocos intérpretes “pactan” con las mafias de la piratería para recibir porcentajes por esos CD.

Mercedes Fierro no soportó aquella imposición y retornó a Ecuador con el afán de instalarse una radio propia. Y no le fue fácil. Luchó cuatro años hasta lograrlo. Y lo hizo sin coimas, sin someterse a los chantajes; solo con honestidad y paciencia. Por ello, es clave que en el nuevo período de gobierno que iniciará el presidente Correa se cumpla con un viejo anhelo: la revisión de las frecuencias mal habidas y su reversión al Estado. Y claro, la redistribución de esas frecuencias permitirá que los ecuatorianos podamos, además de escuchar a nuestros artistas, acceder a las verdaderas músicas del mundo.

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