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El Telégrafo
Nathaly Pernett Vallejo

Las invisibles movemos el mundo

19 de julio de 2021

Por mi profesión he tenido la suerte de desenvolverme en varios y muy diversos espacios, sin embargo en todos he encontrado una constante incomodo porque soy mujer y soy joven; en consecuencia varios creen que mi opinión no esta al nivel de la suya por estas características.

Tal es así que, ya sea en el campo, en la industria, en una corte, o hasta en un bar; a nosotras no nos dan la representatividad que merecemos. Es tan difícil visibilizar esta problemática y tratarla como tal, que nosotras mismas nos hemos convencido que hay espacios en donde no tenemos cabida; y ese silencio se acumula en la no exigencia de la equidad que merecemos, lo cual culmina con consecuencias catastróficas para nosotras.

Nos regulan sin vivir nuestra realidad, es decir la sociedad liderada en su mayoría por hombres, nos impone conductas desde su visión, sin ni siquiera tomarse la molestia de sentir al menos empatía por nosotras, menos aún la apertura a escuchar nuestra opinión, nuestro cuestionar, nuestro proponer, nuestro actuar y peor nuestro ejecutar.

Consideran sin ser nosotras como debe ser nuestra manera de actuar, pensar y hacer. Y, en consecuencia, esa represión a la que muchas hemos tenido que enfrentarnos, hace que conquistar espacios en los que no somos normalmente bienvenidas, sea un reto en masa, porque cuando una de nosotras escala y alcanza representatividad en cualquiera que sea el espacio en el que se desenvuelva, esta rompiendo paradigmas para todas, esta abriendo la ruta de otras y esta haciendo que todas entendamos que si podemos, que si valemos, que merecemos y que nuestra opinión importa.

Tenemos que incomodar, levantar la voz y decir: Necesito mi espacio  y mi lugar. Y este es un momento crucial para hacerlo, pues las desigualdades desnudadas y agravadas durante la pandemia, tienen que ver con las decisiones que se toman en los hogares y por ende en la sociedad mientras las familias y los ciudadanos nos adaptamos al choque de la pandemia, y los roles de género influyen considerablemente en esto.

Las políticas de recuperación requerirán que se estudie y se aborde el problema de las distintas desigualdades de género, incluso con respecto al trabajo y serán cruciales para el diseño de políticas publicas que tengan como eje principal cerrar brechas, para ello necesitamos incomodar a fin de ser las actrices principales de las normas que vayan a afectarnos.

La economía cambió, el Homo economicus (concepto que fue utilizado por primera vez en el siglo XIX por el economista John Stuart Mill, y que explica para ciertos enfoques de economía los comportamientos que se dan en la sociedad humana), no tomó  en cuenta la economía “invisible”, la economía del hogar y el trabajo que esta requiere, de hecho para que Stuart pueda ser un célebre economista alguien se encargó -sin rédito- de su cuidado, alimentación, etc; y esa economía no es entendida hasta nuestros días con su real impacto en el desarrollo de las naciones.

El sometimiento de la mujer constituye un modelo social obsoleto basado en prejuicios y que afecta gravemente el progreso social, por eso debemos evolucionar pues “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”.

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