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El Telégrafo

Las instituciones zombis

23 de octubre de 2013

Ulrich Beck, sociólogo y profesor de la London School of Economics y de la Universidad de Harvard, llama “instituciones zombis” a aquellas entidades muertas pero aún vivas; algo que en lógica podría ser  contradictorio.

A mi parecer, los dos organismos más zombis del mundo son el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). El primero, porque ha decidido no controlar al capital financiero, que en las actuales circunstancias es el eje visible del sistema de acumulación mundial que consideramos insostenible. Y el segundo, porque sigue impulsando políticas internacionales de (“libre”) comercio que precipitan a una parte del mundo a la miseria y, además, exacerban las prácticas insostenibles de uso de materiales y energía. Estas dos instituciones son zombis debido a su propia naturaleza.

En el Norte abundan los filmes patéticos de zombis que nos envían  también a nosotros, junto con una larga lista de instituciones internacionalesPero otras lo son por degradación intrínseca, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cuya matriz debería estar por obvias razones en algún lugar de África y no en Roma. ¿Se sabe de algo importante que haya hecho la FAO cuando más de 800 millones de personas continúan en situación de desnutrición extrema? Allí mandan los agronegocios, como también deciden en la OMC. Otra de estas instituciones, gravemente dañada por los países del Norte, es la mismísima Organización de Naciones Unidas (ONU). ¿Hay algún logro concreto en materia de cambio climático?

No podríamos olvidarnos, de ninguna manera, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -el tanque de pensamiento de los ricos-, que continúa empeñada en repetir que el problema mundial es un problema de falta de mercados y de externalidades negativas.

Tampoco sería conveniente que nuestra memoria dejara de lado al club de los ricos, G8 (los ocho países más industrializados) y todos los otros G que siguen erosionando desde su visión parcial -cegados por el divino mercado- lo que debería hacerse desde una mirada mundial y de humanidad.

Y por último, un enorme zombi -aunque no al final de la fila de los muertos vivientes-, el Banco Mundial, que otorga financiamiento para desarrollar proyectos que benefician al capital transnacional, y que ahora anda empeñado en “valorar” los recursos naturales en el “Tercer Mundo”, pero que no se atreve a valorar lo mismo en el “Primer Mundo”.

En el Norte abundan las películas patéticas de zombis que nos envían también a nosotros, junto con una larga lista de instituciones internacionales. Es una carga pesada y horripilante para el Sur. Exigir un cambio radical e inmediato de la “gobernanza” mundial sería el único conjuro para salvarnos de su amenaza.

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