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El Telégrafo

Las heridas de las palabras

12 de junio de 2013

“Eres una asistente imbécil”, fueron los gritos de un jefe histérico contra su fiel secretaria, quien ya tiene más de 10 años sirviéndolo. Ella, que no se dejaba, le contestaba con su voz casi quebradiza cuidándose de no agredirlo verbalmente como él ya lo hizo.

Salgo de la oficina y camino por la Nueve de Octubre con dirección a la universidad, de repente escucho más gritos, pero esta vez de una madre que transitaba con sus dos hijos por la misma avenida: un niño de aproximadamente 6 años y una niña de 9. Esta mujer regañaba a su hija diciéndole palabras hirientes, como: “eres una estúpida”, “no sabes pensar”, etc.; lo supe porque andaba cogida de la mano de su pequeño hijo mientras mque la niña iba un poco apartada con una expresión de impotencia al no querer llorar en plena calle.

Reflexionando, me pregunto, ¿acaso estos dos personajes desconocen que la palabra tiene poder y que sus lesiones son profundas y duelen más que los golpes?, ¿acaso el jefe no sabe que el tratar bien y estimular a sus empleados son estrategias fundamentales para aumentar la productividad de su negocio?, ¿acaso esta madre está consciente del resentimiento que está creando en su pequeña hija?

Cada vez me asombra más la capacidad de las personas para lastimar; no medimos la fuerza de nuestras palabras y por esta razón las lanzamos sin cautela y no nos damos cuenta del mal que estamos generando, o peor aún cuando nos damos cuenta pero no tratamos de disculparnos.

Si bien, tener una educación científica de excelencia que apunta al desarrollo de la investigación es clave para el crecimiento de los pueblos; también lo es, y mucho más, una educación con disciplina pero con amor en el trato cotidiano de gentileza y cordialidad.

Seguramente el jefe fue tratado en su infancia como la madre trata a su niña, y ella, cuando crezca, le dirá imbécil a otras personas siguiendo el pésimo ejemplo del ejecutivo, fabricando una cadena de nunca acabar.

Hay que tener en claro que este no es un reto para los gobiernos de turno; este reto lo debemos asumir todos como sociedad para lograr un bienestar común.

* Estudiante de Comunicación Social

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