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El Telégrafo
Stephanie Ávalos

Las Elecciones en Nicaragua: el péndulo de la democracia en Latinoamérica

18 de noviembre de 2021

Apenas unos días después de unas elecciones que han sido intensamente cuestionadas, el gobierno del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, se instala por quinta vez y cuarto término consecutivo, con su compañera de fórmula y esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta.

El Consejo Supremo Electoral de Nicaragua oficializó que con casi todos los votos contados, Ortega, habría ganado con más del 75,92% de aceptación popular. Sin embargo, meses antes de la controvertida elección, muchos de los detractores del oficialista anunciaban que el resultado estaría marcado por la encarcelación de siete de los principales candidatos potenciales de la oposición, despejando el terreno para que Ortega corriera sin oposición en los comicios. La votación del domingo también determinó 75 de los 92 escaños en el Congreso y la participación con 15 de 20 representantes en el Parlamento Centroamericano (Parlacen), a favor del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); garantizando así también la centralización de la toma de decisiones con el legislativo y ejecutivo a favor del FSLN.

América Latina se ha caracterizado por tener continuos cambios de gobierno, la inestabilidad de estos, y la tendencia a conservar determinadas pautas de mando político, aun frente a la intención de cambio de ideología de un gobierno por otro —la bien conocida reacción de péndulo—. No obstante, a principios del siglo XXI nació una tendencia llamada de izquierda, pero que se aproxima más al caudillismo populista, que comenzó a romper el juego para permanecer en el poder.

El chavismo impulsó el boliviarianismo regional, que se decía socialismo del siglo XXI porque ya no era marxista ni desembocaba en el comunismo, con tintes clientelares y políticas económicas marcadas por la dependencia en el extractivismo. La marea bolivariana llegó, al final de un ciclo, una década y media después con algunos cambios gubernamentales, más notablemente en Argentina.

Sin embargo, pese a que el péndulo ideológico-partidista en Latinoamérica puede ir hacia un lado o hacia otro, los regímenes de Maduro y Ortega-Murillo han traspasado los límites de representación social y han puesto en duda la vulnerabilidad democrática de la región. En un clima regional muy afectado por los populismos, tanto de izquierda como de derecha, la democracia deja de ser un esquema por ‘default’, y nos debe invitar a pensar si es que el péndulo de la democracia se agotó y se necesitan nuevos paradigmas de gestión política.

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