Publicidad

Ecuador, 25 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Las cuotas de poder

16 de enero de 2013

Se acostumbraron a convivir con el reparto de cuotas en la justicia, el legislativo, los ministerios, la administración pública. “Yo las aduanas, tú la corte suprema, él la presidencia del Congreso, ella el SRI”. Así fue como entendían su democracia formal carcomida por la más vergonzosa inequidad de América Latina.

Luego venían las negociaciones con el gobierno de turno a base del número de diputados, para asignarles “cuotas de poder” a través de tantos ministerios y direcciones generales.

Unos cuantos insignificantes relegados por los dueños de los partidos se declaraban independientes y también pedían troncha, bajo la amenaza de interpelar a cualquiera, sometiendo a los gobiernos al chantaje de esos aventureros.

Ahora es motivo de crítica que los ministros sean removidos de una cartera y ubicados en otra. A este ejercicio de confianza en el equipo, los detractores le llaman “reciclaje”, queriendo desprestigiar esta nueva concepción de la función pública atada al Plan Nacional del Buen Vivir, donde los ministros secretarios de Estado cumplen una misión específica que es evaluada permanentemente por el escrutinio ciudadano.

Por ello el Presidente afina constantemente el equipo a los grandes objetivos nacionales. Antes, cada ministerio era una isla sometida a los caprichos de su mandamás que en más de una ocasión amenazaba a gobernantes demagogos que, para que no le prendan su rabito de paja, aceptaban los antojos de ministros como Bolívar González, que se atrincheró en la cartera de “Malestar Social” donde por poco proclama una monarquía.

Otra aberración es el desprestigio que echan a correr ciertos corifeos del neoliberalismo sobre los procesos de selección de jueces, autoridades de control y más dignatarios, a través de la Comisión de Participación Ciudadana y Control Social, como está previsto en la Constitución. Pero como no son escogidos los ahijados de la partidocracia, los testaferros de los banqueros o los mercaderes de la pluma, allá te va la crítica malsana, con el aditamento de que es malo si alguien es amigo del Gobierno, satanizando irresponsablemente a brillantes compatriotas que han sido seleccionados por sus méritos y conocimientos, pretendiendo llenar de dudas su futuro desempeño.

La estafa de las “cuotas de poder” es una vergüenza que ha sido superada por el moderno concepto de equipo gubernamental que apunta a la excelencia.

Contenido externo patrocinado