Publicidad

Ecuador, 23 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

“Las aguas bajan turbias”

28 de junio de 2012

Las dulces arpas paraguayas tocan a muerto: la democracia ha sido decapitada. Esa pobre y escuálida democracia de que ha gozado Paraguay desde su independencia, lograda en 1811. Basta recordar la dictadura del general Alfredo Stroessner: 35 años de asesinatos a mansalva, ejecuciones ilegales, pillaje de los fondos públicos a garras llenas, desde 1954 hasta 1989, naturalmente con la bendición de Washington, los planes desarrollistas de Usaid  y la infaltable actuación de la CIA.

Una conmovedora película argentina de mediados del siglo 20, “Las aguas bajan turbias”, protagonizada y dirigida por Hugo del Carril, nos muestra el anchuroso y tranquilo cauce del río Paraná, que lleva los cuerpos decapitados de jornaleros insumisos, explotados por los latifundistas dueños de plantaciones de yerba mate, martirizados por crueles capangas a su servicio, que de paso violan impunemente a las campesinas. Y ya que hablamos de aguas vale la pena conocer que este país, tanto como una parte de Brasil, están asentados sobre el acuífero subterráneo de agua dulce más grande y voluminoso del planeta: el Acuífero Guaraní.

Y donde hay agua para el futuro están prestas al asalto las fauces ávidas y sedientas del imperio; en este caso del mismo imperio que en 1932 desató desde Bolivia la inenarrable Guerra del Chaco  disputándoles a sus rivales ingleses, asentados en Argentina, el petróleo oculto bajo tierra. Brutal conflicto que costó cien mil vidas bolivianas y cincuenta mil paraguayas, más la ruina y el hambre de los dos países.

Ahora, la caída del presidente Fernando Lugo tiene los mismos signos: poder imperial, oligarquía, fuerzas militares y policiales adiestradas para estos tenebrosos fines.

Es la continuación del plan yanqui que contempla desmoronar las pretensiones independentistas de  América Latina, comenzando por los más débiles, dentro de lo cual el golpe de Estado que derrocó en Honduras al presidente Manuel Zelaya fue apenas el punto de partida, dándose luego el 30 de septiembre en el Ecuador, para acabar con Rafael Correa; y derrocando hoy a Fernando Lugo, mientras Evo Morales enfrenta en Bolivia su propio 30 de septiembre que muestra afanes magnicidas, que allá también le llevarán a cualquier Tibán a sentenciar: “Bien hecho, por cojudo”.

Que el imperio y sus mastines ladren y muerdan es natural; están en lo suyo. Lo condenable es que en todos nuestros países, eternamente saqueados y agredidos, dirigentes y grupos que se reclaman de izquierda y braman consignas revolucionarias, se unan a ellos para combatir contra estos gobiernos y sus líderes, cobijándose con las mismas banderas de la derecha, entre las que figuran el blablablá democrático y el diario sermón sobre la prensa libre y la libertad de expresión.

¿Hasta cuándo tanta demagogia? ¿Hasta cuándo tanta farsa? ¿Hasta cuándo servirle la mesa al enemigo? ¿Hasta cuándo han de permanecer aquí mudos y silenciosos ante tanta infamia organismos trascendentales como la Casa de la Cultura Ecuatoriana? ¿Hasta cuándo han de hacerlo igual las universidades?

Es urgente cobrar conciencia de la hora: las aguas bajan turbias no solo en el Paraná sino en todos los afluentes del Amazonas y en el mismo Gran Río. Pueden ahogarnos a todos.

Contenido externo patrocinado