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El Telégrafo

La vulnerabilidad de las ciudades ecuatorianas

14 de febrero de 2013

En el país, hasta ahora, no se han elaborado mapas geotécnicos y de riesgo con fines de ordenamiento del territorio nacional, estudios que deben ser realizados por instituciones estatales. Tampoco se ha realizado este tipo de estudios en los territorios ocupados por las grandes ciudades, menos aún en las medianas y pequeñas.

Los estudios señalados se realizan a escalas más detalladas y van acompañados de investigaciones sobre el riesgo sísmico, volcánico, geomorfológico, hidrogeológico y sobre todo geotécnico. Estos estudios deben ser realizados por las direcciones de  planificación urbana de los municipios.

El sismo ocurrido el sábado 9 de febrero, con una intensidad de 7 en la escala de Richter, que tuvo su epicentro cerca de la ciudad de Pasto, al sur de Colombia,  se sintió en forma intensa en toda la zona costanera y en la región central y norte de nuestro país.

Este acontecimiento nos anuncia que las ciudades del Ecuador y nuestra capital se encuentran ubicadas en zonas sensibles al riesgo sísmico. Si luego de un período prolongado de lluvias se produjera un sismo con una intensidad de 7, cerca de la ciudad de Quito, es seguro que gran parte de los materiales (cenizas, polvo, arenas y tobas volcánicas), depositados en los flancos del Pichincha, en las laderas de Guápulo y en otros sitios con fuerte pendiente que rodean la ciudad, en forma de aluviones, se precipitaría sobre la urbe con incalculables pérdidas, tanto humanas como materiales.

En Ecuador, el 70% de las casas -3’550.000-, donde habitan 10 millones de personas, se ha construido de manera informal, sin observar las reglas de construcción antisísmica. Solo a partir de enero de 2012 se comenzó a exigir que las edificaciones se construyan observando las reglas contempladas en la Norma Ecuatoriana de la Construcción.

Es difícil cuantificar, pero no menos de 2 de esos 3,5 millones de casas construidas de manera informal se ubican en lugares no aptos para la construcción de viviendas: en sitios donde es evidente el riesgo geomorfológico -fuertes pendientes-, hidrológico
-intensa correntía e infiltración de aguas-, sísmico -sensible a sismos y terremotos-,
volcánico -cerca de volcanes activos- y, sobre todo, geotécnico -sobre suelos no consolidados, susceptibles de hundimientos y deslizamientos-.

En estos días, en muchas ciudades del país, decenas de casas han sido destruidas por deslizamientos y hundimientos del suelo. Lo que está ocurriendo -y continuará- a lo largo y ancho del territorio nacional, en donde muchas vías y obras de infraestructura se destruyen por no haber sido construidas sobre la base de estudios técnicos, comprueba los planteamientos hechos.

De otro lado, es grato señalar que, por primera vez, el Gobierno y algunos municipios, preocupados por este problema, han iniciado los estudios de riesgo a nivel nacional y local, particularmente en la ciudad de Quito y su área metropolitana. Hace un año, el Municipio de Quito, mediante ordenanza, prohibió la expansión horizontal de la ciudad, así como la creación de nuevas urbanizaciones y barrios. 

Sobre la base del Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de la ciudad, proponía racionalizar el uso del suelo y señalaba que en los próximos 11 años el crecimiento de Quito será solo vertical.

Las medidas aprobadas por el Municipio capitalino deben ser emuladas por todas las  ciudades del país.

* Doctor en Geología

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