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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

La verdad histórica en el conflicto colombiano

28 de diciembre de 2014

Concluyeron en Cuba las visitas a la mesa de diálogos de las víctimas del conflicto, en las que se debía haber escuchado a las víctimas “de todo el universo de violaciones a los derechos humanos sin discriminación alguna”. Sin embargo, se excluyó a la economista Gloria Gaitán, a pesar de estar en el Registro Único de Víctimas “por las amenazas que recibió bajo el gobierno de Uribe Vélez por considerarla un obstáculo en el propósito de sepultar la memoria de su padre Jorge Eliécer Gaitán”.

Se ha perdido una oportunidad para que surja la verdad histórica, sin limitaciones de tiempo y espacio, y se visibilicen todos los responsables de los orígenes del conflicto.

En junio de 2014 se habían acordado 10 principios que guiarían esas visitas, uno clave: “esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto, incluyendo sus múltiples causas, orígenes y sus efectos”, para lo que se creó  una ‘comisión histórica’, y se acordó crear una subcomisión de género.

Si bien es positivo que las 60 víctimas que fueron se hayan comprometido a impulsar una ‘pedagogía de paz con justicia social’ que involucre a todo el país, la propuesta que tiene que ver con la ‘verdad histórica’ sobre la guerra, meollo del conflicto, queda irresuelta.

El conflicto no surgió en 1964 ni en 1958, como se ha querido imponer, desconociendo el enfrentamiento entre oligarquías conservadoras y liberales, heredado de las batallas post-independencia entre bolivarianos y santanderistas, que pugnaban por un modelo de Estado conservador o liberal, que llevó a la guerra de los mil días, la masacre de las bananeras, mucha violencia estatal, y que la Iglesia católica se involucrara a favor de los conservadores, quienes mantuvieron su hegemonía por 44 años hasta 1930.

Para entonces, un hombre carismático, el socialista Jorge Eliécer Gaitán, iría a surgir y cambiar esta tendencia en busca de la instauración de una democracia participativa que llevara el pueblo al poder. Elegido alcalde en junio de 1936, en solo 8 meses dio ese rumbo.

Su hija Gloria explica cómo lo logró: porque era un hombre guiado por el cuerpo de doctrina científico que él mismo formuló; no era un político profesional, sino “un profesional que se ocupaba de la política”, un científico que revolucionó el mundo de los conceptos en la ciencia penal y las ciencias sociales en general. Pero sectores dirigentes del Partido Liberal lo destituyeron, para detener su inatajable ascenso dentro de la política nacional. Se inició una persecución contra él y sus seguidores, sobre todo desde 1947, cuando el pueblo estuvo a punto de llegar con él al poder. La oligarquía politiquera no lo permitió.

Ahogó en genocidio las voces populares y en 1948 cometió el magnicidio y desde entonces se ha venido perpetrando un ‘memoricidio’, que pretende que se ignore el legado político de Gaitán. 

La reconstrucción de la confianza para la paz depende del esclarecimiento pleno, no de una verdad parcial.

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