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El Telégrafo

La ventaja del más fuerte: TBI

19 de diciembre de 2012

El actual orden internacional está basado en relaciones desiguales entre los países del Norte y del Sur. Hay una lógica de funcionamiento de esas relaciones que responde con claridad a los intereses de los países más fuertes, que son los que toman las decisiones del mundo actual. Basta examinar lo que ocurre en las cumbres internacionales de cambio climático, donde no se alcanza ningún acuerdo vinculante ni efectivo para reducir los gases de efecto invernadero generados mayoritariamente por los países ricos.

Para lograr su propósito deben contar con una serie de instituciones internacionales e instrumentos a su favor, que legitimen todas las decisiones y acciones para salvaguardar el statu quo internacional. En otras palabras, imponen las reglas de juego, quiénes intervienen y cómo en él.

Los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y el Convenio de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) son dos de los instrumentos que reconocen, de manera abierta o velada, la ventaja que detentan los países de economías más fuertes. En este punto, vale recordar lo que decía Trasímaco (un político y orador griego de la Antigüedad, hace cerca de dos mil quinientos años): “Lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte”.

La abogada franco-chilena Raquel Garrido, una de las expositoras en el evento internacional “Alternativas a los tratados de inversión”, realizado en días pasados en Quito, señalaba que el Ciadi  fue construido asumiendo que el individuo es más débil que los estados. Pero las cosas no terminan allí: ahora las transnacionales son las que tienen más poder que los estados.

Hace menos de dos meses, el terrible fallo del tribunal Ciadi contra el Estado ecuatoriano, a favor de la compañía petrolera Occidental, es el ejemplo más claro de que estos instrumentos cumplen una función favorable a esta argumentación.

Los gobiernos progresistas de nuestro continente hoy tienen claridad para mirar el escenario desde el Sur con ojos propios. Conocen bien las reglas de juego que intentan continuar imponiéndonos desde el Norte, con el apoyo de ciertas élites de nuestros países, en actos propios de Malinche. Ello permite a esos gobiernos tomar decisiones de manera soberana, como único camino para defender sus recursos y  el futuro de sus pueblos.

En la actualidad, varios países plantean asumir una posición común en organismos como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), para marcar un cambio de época, una modificación en la correlación de fuerzas en el ámbito internacional y el equilibrio en las relaciones de justicia entre los países del mundo. Ahora más que nunca es apremiante persistir en estas posiciones.

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