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El Telégrafo

La vaca-cebra agoniza

12 de abril de 2013

A pesar de los esfuerzos que desde la ciudadanía y desde el Estado se realizan por preservar nuestros patrimonios, continúan los atentados. En Guaranda (ciudad patrimonial), a vista y paciencia de las autoridades locales (y del alcalde Gustavo Jaramillo), se acaban de derrumbar tres casas de su Centro Histórico. Ahora se levantarán moles de cemento armado rompiendo con todo el entorno y el paisaje cultural de una ciudad que basa su economía y desarrollo en su riqueza patrimonial.  

En Riobamba (ciudad patrimonial) son constantes las quejas de los ciudadanos por la poca atención que la Alcaldía presta a los patrimonios y porque las intervenciones (como el caso del parque Sucre) son realizadas con múltiples reparos técnicos. La veeduría ciudadana presentó el mes pasado su informe y en éste se solicita que incluso se inicien las demandas correspondientes por irregularidades en esa intervención.     

Pero eso no es todo. Ahora, la propia ciudadanía acaba de denunciar un nuevo atentado: en esta ocasión se trata del abandono al que se ha sometido a una escultura del reconocido pintor ecuatoriano Gonzalo Endara Crow, la Vaca-Cebra.  Escultura que ya sufrió anteriormente un atentado cuando se la “restauró” de modo inadecuado.

El pintor vivió su adolescencia en Riobamba y se consideraba un riobambeño, y por ello donó la escultura a esa ciudad con tradición ganadera (que no taurina) cuando Carlos Castro era Alcalde. A propósito de Endara Crow, existen otras dos obras que necesitan inmediata intervención para que no se pierdan. Una, el mural que se encuentra en el Estadio Alejandro Serrano. Y dos, el conjunto escultórico en la ciudad de Guayaquil ubicado en lo que fue el centro comercial Plaza Mayor y que hoy se encuentra en manos del Estado, como edificación incautada, pues perteneció a los hermanos Ortega del Banco Continental.   

Aquí es necesario seguir el ejemplo del Municipio de Quito que resolvió asumir todos los costos para preservar de modo inmediato el mural de Galo Galecio y la escultura de Jaime Andrade en el antiguo Aeropuerto Mariscal Sucre. Y ponerlos en valor con el nuevo uso que tendrán esas instalaciones. A diferencia, en cambio, del maltrato que se ha dado al mural de Carlos Swett en el antiguo aeropuerto de Guayaquil, hoy Centro de Convenciones, que fue mutilado e incluso taparon la firma del autor y a pesar de los constantes llamados, cartas y comunicaciones al alcalde Nebot, no ha sido posible reparar este atentado al patrimonio de la ciudad y el país.

Hace poco también un Presidente de la Federación Deportiva de Esmeraldas quería “colorear” el mural que se encuentra en el estadio Folke Anderson. En buena hora ya no está en la presidencia y así se evitó que se cometiera semejante despropósito.   

Y en fin la lista puede continuar, por lo que es fundamental que los gobiernos locales asuman, con decisión y firmeza, el compromiso de cuidar los patrimonios. Y la ciudadanía no solo exija a sus autoridades ese cumplimiento sino que también se convierta en activo guardián de los patrimonios culturales y naturales.

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