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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

La utopía está en el horizonte

07 de mayo de 2015

Ya lo dijo el inmortal escritor uruguayo Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces, para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.

¿Constituye una utopía, un sueño o algo irrealizable la propuesta del presidente del Banco Mundial, el coreano Jim Yong Kim, para que los gobiernos del mundo se propongan como meta la erradicación de la pobreza extrema a más tardar para 2030?

El año pasado, según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, uno de cada cinco habitantes del mundo vive en situación de pobreza extrema. Eso significa que 1.500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o al sistema de salud.

No se trata de abrumar con cifras grises, pero conviene no olvidar, ni por un segundo, que en pleno 2015 hay unos 1.500 millones de seres humanos que padecen los rigores de la pobreza extrema, la cual se mide en función de la cantidad de dinero que dispone cada uno para acudir al mercado en busca de los bienes y servicios necesarios para su subsistencia.

En efecto, desde 1985, el Banco Mundial ha acuñado un patrón de línea de investigación internacional de la pobreza, donde se define que una persona que disponía de tan solo 2 dólares para comprar los bienes y servicios para su supervivencia era pobre, mientras que si sus ingresos no superaban 1 dólar diario entonces caía en el profundo pozo de la pobreza extrema, pero desde 2008 esa cifra se ha reajustado en 1 dólar con 25 centavos.

Pero, ¿cómo se debe combatir la pobreza? Se combate la pobreza con la voluntad política para auspiciar una mejor distribución de los ingresos, evitando así la concentración de la riqueza en una élite y la exclusión social de grandes grupos humanos que, aunque participan directamente en la generación de los bienes y servicios necesarios para la subsistencia, no perciben los ingresos necesarios para acudir al mercado en busca de los mismos.

Y puesto que en el mundo todavía persiste el culto a las sacrosantas fuerzas del mercado, que pregona una supuesta asignación de recursos con base en la ley de la oferta y la demanda, unido a una falta de voluntad política para auspiciar efectivas acciones gubernamentales en la distribución de los ingresos, podría pensarse que la propuesta de eliminación de la pobreza extrema para 2030, hecha por el Banco Mundial, no dejaría de ser una utopía.

Así, dicha propuesta, que fija un año como meta para la eliminación de la pobreza extrema sobre la faz de la Tierra, debe verse como una ruta a seguir para avanzar en la lucha para erradicarla.

Finalmente, ya en nuestra región, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha resaltado la reducción significativa de los niveles de pobreza, de un 48% en 1990 a un 27,8% en 2014. ¡Ojalá que, pronto, la utopía se aprecie en el horizonte! (O)

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