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El Telégrafo

¿La última carta de la derecha?

28 de julio de 2013

Jaime Nebot está presionado. Debe sentirse incómodo. En las filas de su partido y de sus aliados no hay quién lo suceda. Las encuestas solo favorecen su candidatura. A quienes consideró como sus posibles herederos ninguno garantiza un éxito electoral para la Alcaldía de Guayaquil. Y algo más grave: sea quien sea el alcalde, la derecha tampoco obtendría la mayoría en el Concejo.

En ese escenario, Nebot no sabe cómo retractarse de lo que dijo el año pasado. Si casi juró no volver a la escena electoral, ahora sienta la duda y hasta genera expectativa. Dicen que lo hace porque las cámaras de empresarios y ciertos grupos políticos temen que un alcalde de izquierda acabaría con todo el poder adquirido gracias a las “concesiones” de Nebot a todos ellos.

¿Las elecciones de gobiernos autónomos descentralizados constituirán la sepultura
de la derecha más rancia y antigua del Ecuador?
En otras palabras, ¿el riesgo no es el control político de la administración, sino la pérdida de ese poder económico que se ha instaurado en Guayaquil con una estructura piramidal que tiene en la cúspide al actual Alcalde? Posiblemente sí. ¿No fue ese el modelo con el que también se hicieron de mucho poder económico ciertos grupos quiteños en las anteriores alcaldías de la capital? ¿No construyeron una red de influencias y negocios sobre la base de pautas municipales que garantizaron la consolidación de empresas muy conocidas? ¿En eso no jugaron también su papel ciertos medios de comunicación?

Y como están las cosas, ¿las elecciones de los gobiernos autónomos descentralizados constituirán la sepultura de la derecha más rancia y antigua del Ecuador?

Si alguien es responsable de que la derecha esté donde está es el mismo Nebot. No cabe duda de eso. Cuando perdió la elección presidencial con Abdalá Bucaram enterró parte del capital político, no solo por ofender a los electores con la explicación que dio de la derrota, sino que desde ahí no tuvo ni el liderazgo ni la sabiduría para trabajar con su partido en la recuperación del terreno sembrado por León Febres-Cordero.

Nebot supuso que, en la inestabilidad política de Ecuador, su mejor opción era la autonomía de su ciudad. Y eso, a la larga, lo hundió, por más que ciertos analistas vean en él y en esa propuesta un programa político viable.

La derecha y Jaime Nebot son una sola entidad e identidad, si lo consideramos como ese actor político que se sustenta en lo más enconado del liberalismo.

La derecha en el mundo advierte su necesidad de transformación para entender el mundo que tiene por delante. Europa ya lo siente y lo procesa. En Colombia, México y Chile están atentos a su “rehabilitación”. La de Ecuador todavía no revisa ni siquiera si los liderazgos de hace dos décadas pueden ser los requeridos para las próximas elecciones. Y por eso tendrá que reinventarse, si quiere ocupar un lugar decente en la política.

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