La medianoche del 31 de diciembre del año 1.000 una muchedumbre estaba en Roma, esperando el fin del mundo, pues esa noche se acabaría el primer milenio. Unos minutos después, Silvestre II salió al balcón y despidió a la multitud con un parco Deo Gratias. El segundo milenio se inició el 1 de enero de 1.001. El cero es una ficción, muy útil para los matemáticos pero poco práctico en la vida diaria. Nadie agrega cero tazas de leche al arroz, en cambo sí agregas dos tazas de agua por cada taza de arroz (ven que sí aprendí en la pandemia). Así como no tenemos el día cero de cada mes, tampoco existe el año cero. Por lo mismo, el tercer milenio y el siglo XXI empezaron el 1 de enero de 2001. Y empezamos ahora la tercera década, en 2021.
Después del año perdido para la humanidad, 2020, comenzamos la década decisiva que terminará a fines del 2030. Si 2020 fue perdido para la humanidad, fue un año ganado para el planeta. Además del beneficio ecológico, nos dimos cuenta de la importancia de la salud y de la educación. La salud debe cubrir a todos, así como la vacuna debe darse a todos o no servirá de nada. Y la educación debe ser más valorada, más práctica, con más compromiso familiar. Como complemento, hay que dar más énfasis a la Educación Ambiental, para crear conciencia desde la educación inicial. Hay nuevos estudios de la UNAE sobre esta materia tan importante y existe la iniciativa de los jardines escolares Tini o huertos agroecológicos que inició en el Ecuador Mónica Reinoso, cuando fue viceministra de Educación en 2018.
La tercera década del siglo XXI, la de los preocupantes veintes, contrasta con la tercera década del siglo XX, la de los locos veintes. Entre 1921 y 1930, Europa y Estados Unidos se volcaron a la farra, al baile del Charleston y al jazz, mientras se cargaba la bomba de la depresión económica que estalló en Nueva York en 1929. Ojalá esta década no esperemos otro desastre para cambiar. La ONU advierte que apenas tenemos 10 años para evitar el desastre ecológico.