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El Telégrafo

La salud como derecho

02 de diciembre de 2012

Miles de médicos y otros profesionales de la salud salen estos días a las calles de Madrid y otras ciudades españolas para defender su sistema de salud público, de cobertura universal y sin costo directo para los usuarios. El Gobierno español quiere privatizarlo sin que importe el problema ético del pago con dinero del bolsillo que constituye un alto porcentaje de los ingresos.

La tendencia privatizadora proclama que el Estado debe disminuir su rol y su tamaño, perjudicando las áreas sociales públicas, en beneficio de la millonaria industria farmacéutica y de insumos y equipos médicos. Lograr su sistema universal y gratuito costó a los españoles mucho esfuerzo y lucha política. Primero alcanzaron una alta cobertura con la seguridad social financiada con aportes, y luego, con el fortalecimiento de los servicios del Sistema Nacional de Salud Pública, mediante impuestos, concluyeron que, una vez universalizados los dos, se podía, sobre la base de la solidaridad impositiva de que quien más gana más paga, se mantuviera el sistema financiado por impuestos, suprimiendo las aportaciones. Este modelo, propio de los países socialistas en donde el Estado garantiza los servicios para este derecho, en Inglaterra se denominó Modelo Beveridge y se implementó para todos (no solo para los afiliados a la seguridad social) a partir de 1946.

Aunque en la década de los 80 Margaret Thatcher intentó modificar el sistema inglés, pero no lo consiguió por la presión social. El modelo público chileno destruido en la triste década de los 70 vuelve paulatinamente a su vertiente inicial. El modelo canadiense, similar al inglés, objeto de referendos, siempre ha salido airoso.

Todos los países de Europa occidental tienen modelos de cobertura universal sin pago directo, sea de la seguridad social (modelo Bismarck iniciado en Alemania), o sea del modelo Beveridge inglés. Pero en las últimas décadas, la corriente neoliberal ha propiciado en América Latina, Europa Oriental y todo el mundo el Modelo de Mercado, en donde cada usuario paga por los servicios privados, como en los Estados Unidos.

Increíble el retroceso español, en donde, para financiar a los bancos, se toman los fondos sociales. Y la única alternativa de la población que sufre es salir a protestar en las calles. Solo el poder de las conciencias democráticas puede revertir la tendencia del poder capitalista en su insaciable afán de acumulación.

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