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El Telégrafo

La revolución olvidada

11 de julio de 2013

Pueblo que no conoce su historia no puede encaminarse con firmeza hacia el futuro. Y el pueblo ecuatoriano, su juventud, la conocen mal, la desconocen o la olvidaron. Esto, hoy día, a pesar de las entusiastas proclamas de que tenemos patria para siempre, lo que no nos permite alertar en debida forma sobre los grandes enemigos, internos y externos, de la patria, esto lo constatamos una vez más, ahora el 9 de julio, cuando casi nadie, dentro o fuera de la Revolución Ciudadana, conmemoró la Revolución Juliana, que estalló en fecha igual en 1925, y que fue el movimiento de transformación política y social más importante del siglo XX en  Ecuador, descontada La Gloriosa (la frustrada revolución del 28 de mayo de 1944), que murió al nacer decapitada por el golpe de Estado de Velasco Ibarra.

La Revolución Juliana hizo y encaminó grandes realizaciones,   como la creación del Banco Central y la eliminación del Banco Comercial y AgrícolaInmolado Alfaro en la “Hoguera Bárbara”, establecido en el poder el gobierno liberal-conservador de Plaza Gutiérrez, vendría a consolidarse la bancocracia, cuyo símbolo fue el Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil, que tenía capitales criollos y peruanos, así como  nexos con la banca norteamericana. Fue tanto el poder de este pulpo financiero, que gozaba del privilegio de emitir la moneda nacional, al punto que el Estado ecuatoriano era un mendigo sentado a la puerta del banco. Ese poder le permitía manejar gobiernos a su antojo, manipular el cambio de divisas, provocando disturbios en la economía nacional, siempre a favor de los ricos y en contra de los pobres.   

Esta fue una de las causas que determinaron una huelga general y protestas masivas en Guayaquil, ola de descontento en que las multitudes enardecidas clamaban ingenuamente: Abajo el dólar, viva el sucre. Esta ola fue ahogada en sangre con la masacre del 15 de noviembre de 1922, que se conmemora con cruces que frotan sobre el río Guayas.

El dominio oligárquico y bancario, la masacre mencionada, impulsaron el surgimiento del pensamiento socialista en  Ecuador, la organización de los primeros grandes sindicatos y de la literatura social. En ese marco histórico de protesta y cambio estalló la Revolución Juliana, cuyos protagonistas fueron jóvenes militares nacionalistas y preclaros líderes civiles, entre los cuales descolló Francisco Arízaga Luque, que pasó a integrar la Junta de Gobierno revolucionario, y que años después fue el principal líder de Alianza Democrática Ecuatoriana, organización que condujo la insurrección popular, que echó abajo la tiranía de Carlos Alberto Arroyo del Río, cabecilla de la oligarquía porteña.  

La Revolución Juliana hizo y encaminó grandes realizaciones, figurando entre las más notables la creación del Banco Central y la eliminación del Banco Comercial y Agrícola, cuyo principal dueño, Francisco Urbina Jado, fue desterrado al Perú. Tan fuerte fue el impacto de la Revolución Juliana en la vida nacional, que décadas después, en 1989, sirvió para que León Febres-Cordero, alcalde de Guayaquil, vomitara fuego contra ella durante las manifestaciones que encabezó a favor de la banca chulquera; manifestaciones en que convocaba a marchar sobre Quito y condenaba la Revolución Juliana como “revolución antiguayaquileña”. Prohibido olvidar.

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