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El Telégrafo

La Revolución Juliana: un balance

20 de julio de 2013

El 9 de julio de 1925, un grupo de oficiales jóvenes puso en marcha un proceso que se prolongó hasta 1931, cuando fue derrocado el gobierno de Isidro Ayora. Su trascendencia parte de sus antecedentes y de la nueva institucionalidad que propició. A partir del asesinato de Alfaro y sus compañeros en 1912, concluye el período transformador de la Revolución Liberal. La plutocracia guayaquileña y el gamonalismo serrano, vencedores tras la desaparición del “Viejo Luchador”, tomaron el control del país y como expresara Luis Napoleón Dillon, refiriéndose al banquero Urbina Jado y al general Leonidas Plaza “…ambos mandaban, el uno desde Guayaquil  con el dinero y el otro desde su hacienda La Ciénaga en la Sierra, con las tenazas del más sólido caudillismo militar y político…”.

Al calor del movimiento juliano  se organizaron los partidos Socialista y Comunista, abanderados de  la lucha por las principales reformas socialesEl Estado dependía en alto grado de los préstamos que le hacía el Banco Comercial y Agrícola, cuya licencia para emitir dinero se prestó para abusos y fraudes. El auge de la exportación del cacao favoreció a una pequeña casta de hacendados, exportadores y financistas. Los sectores populares vivían en condiciones miserables, por lo que en 1922, la gran protesta de la incipiente clase obrera dejó un reguero de sangre en las calles del puerto. El país se debatía en una fuerte crisis ocasionada  por factores internos y externos. La Juliana expresó los anhelos de cambio de las mayorías.

Tras la primera Junta integrada por los autores del movimiento, le sucedió una segunda encabezada por Isidro Ayora, quien el 1 de abril de 1926 fue designado Presidente Provisional. La Asamblea de 1928, presidida por el Dr. Agustín Cueva Sáenz, dictó la Decimotercera Constitución Política, en la cual constaron muchos de los avances conseguidos durante ese lapso y se establecieron los cimientos de la legislación laboral futura. Se creó la Caja de Pensiones, inicio de la Seguridad Social; se consagró el voto de la mujer, culminando el  camino iniciado por la Dra. Matilde Hidalgo de Procel. Al calor del movimiento juliano se organizaron los partidos Socialista y Comunista que, durante décadas, abanderaron la lucha por las principales reformas sociales.

El Banco Central, la Contraloría, la Superintendencia de Bancos y otros organismos creados al amparo de la Misión Kemmerer modernizaron el Estado. El balance de esos años muestra un afán renovador que no pudo cambiar las estructuras del viejo poder, pero impulsó a las clases media y trabajadora como nuevos protagonistas históricos.

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