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El Telégrafo

La revolución de Esmeraldas (4)

07 de noviembre de 2013

Carlos Concha no fue solo un líder guerrillero provincial. Fue también un nacionalista apasionado, al que le preocupaban muy seriamente las ambiciones de los EE.UU. sobre las islas Galápagos, como lo había expresado en el Manifiesto de Tachina. Y fue también un pensador radical, que se interesaba por la economía nacional y las causas de la pobreza del pueblo.

Tras su captura y la rendición negociada de sus seguidores, esta ya en el gobierno de Baquerizo Moreno, el coronel Concha se trasladó a Guayaquil, donde se hospedó en casa de su hermana Teresa Concha de Pérez.

El líder revolucionario estaba enfermo y afectado por la derrota, pero seguía muy atentamente los sucesos del país y los pasos de sus enemigos, que eran el general Plaza y la bancocracia de Guayaquil, enriquecida gracias al contubernio con el placismo.

Desde allí sostuvo una nutrida correspondencia con el coronel Carlos Andrade, hermano del difunto general Julio Andrade, otra víctima del placismo. En ella quedó reflejada su preocupación por la situación de las islas Galápagos, que el gobierno de Plaza había pretendido vender a los EE.UU., país que, según Concha, ansiaba “llevárselas con o sin nuestra voluntad” para asegurar la defensa del Canal de Panamá.

Pese a su enfermedad, tuvo lucidez para ver de cerca los latrocinios de la bancocracia y prever el gravísimo conflicto social que se avecinaba, por causa de las fraudulentas emisiones monetarias hechas por los bancos.

En carta del 2 de enero de 1916 le decía a Andrade que en el puerto había “protestas de todas partes y murmuración general que tiene a todo el mundo en alarma”. Y en otra del 14 de enero agregaba que “los asuntos del Banco Comercial y Agrícola, sus emisiones de billetes sin respaldo en oro son asuntos bien interesantes y graves, que pueden dar al traste con el trabajo y economías de un gran número de gentes”.

Al año siguiente, el 25 de enero de 1917, el radical Concha le describía a su amigo “el desconcierto, el descontento general y la pobreza acompañando todo esto. Parece bastante para que todo acabe en jaleos”. Y vaticinaba: “Nos espera algo grande con los asuntos del Banco Comercial y Agrícola. El Gobierno ha tenido complacencia con esta institución, a trueque del dinero que a su vez le ha dado para sus apuros, y es el caso que parece que hay una gran emisión de billetes sin respaldo de oro. Está caldeándose la atmósfera...”.

En la última carta, del 2 de febrero de 1917, le decía que las denuncias “contra el Banco Comercial y Agrícola, así como la que se empieza contra la Sociedad de Agricultores, han preocupado al Gobierno, puesto que estas dos trincas se encuentran muy vinculadas a él, al amparo del cual han hecho sus fraudes. Muy sabido es ya que hay emisiones sin respaldo de oro y solo así se comprende que este banco haya dado dividendos del 30%. Muy pronto se demostrará la complicidad del Gobierno en todos estos robos. No se da bien cuenta el público de la enormidad de todo esto, que puede ser causa de mil miserias”.

La verdad es que el pueblo tardó unos años más en reaccionar contra el saqueo de la bancocracia, porque recién se hallaban en proceso de formación sus organismos de lucha: sindicatos y asociaciones laborales. Para entonces, Carlos Concha ya había muerto en Esmeraldas, el 12 de abril de 1919.

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