Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La Revolución de Esmeraldas (1)

17 de octubre de 2013

Julio de 1982. En la cálida noche de La Habana acudo al pequeño y elegante hotel Capri, para asistir a una cena a la que he sido invitado por el embajador de mi país, doctor Jorge Pérez Concha, quien reside en ese hotel junto con su señora esposa. A la cena asiste también mi amigo Francisco Proaño Arandi, ministro consejero de la embajada y prestigioso escritor, que es quien ha motivado esta reunión casi íntima, al decirle al embajador Pérez que en Cuba se halla de paso un joven historiador de su país.

Yo conocía a Jorge Pérez Concha solo de lecturas, por algunos de sus libros. Ahora que lo conozco en persona me parece un personaje cautivador. Pausado y calmo, tiene esa elegancia en el hablar
propia del guayaquileño culto y una memoria realmente formidable, que le permite citar datos y fechas con absoluta precisión. Pero encuentro que tiene también una gran transparencia espiritual, que le permite valorar los hechos con profundidad y apreciarlos con limpieza de criterio.

Cuidadoso, me acerco a un tema que investigo por esos días: la llamada Revolución Conchista. Sé que el líder principal de la misma fue su tío, el coronel Carlos Concha y sé también que en ella murió, decapitado a machete por un guerrillero esmeraldeño, su primo, el coronel Enrique Valdez Concha, que llegó a Esmeraldas como jefe de la expedición naval–militar enviada por el gobierno de Leonidas Plaza para aplastar esa revolución.

Le cuento que he revisado los documentos sobre esa guerra que dejaron el comandante Julio Mena y otros jefes conchistas. Y él me habla de las causas de esa revolución y también de sus efectos, de cómo el cerco naval a la “Provincia Verde” impidió la llegada de armas y pertrechos para los insurgentes, pero también de la brutal represión del gobierno, que llegó a la barbaridad de bombardear varias poblaciones costeras y dos veces la ciudad de Esmeraldas.

Establecida ya una corriente de simpatía, me atrevo a hacerle una pregunta sensible: ¿por qué su primo Enrique Valdez Concha decidió hacerle la guerra a su tío Carlos Concha? Don Jorge respira hondo y empieza a responderme, como queriendo liberarse de un peso que hubiese cargado desde hacía mucho tiempo: He guardado un largo silencio sobre estas cosas, porque esa guerra destrozó y enfrentó a mi familia, y yo, como el primo mayor que quedaba, decidí volver a unir esos pedazos rotos de la familia Concha. Pero es llegada la hora de hablar con la verdad por delante.

Como usted conoce, el padre de Enrique, don Rafael Valdez Cervantes, fue un poderoso empresario, que fundó en Milagro el ingenio Valdez. Pero seguramente desconoce que este señor contrató con el Estado la construcción de un nuevo edificio para la Aduana de Guayaquil, compromiso que no cumplió, pese a haber recibido un importante adelanto de dinero. Una vez estallada la guerra de Esmeraldas, el gobierno de Plaza desenterró el asunto y lo usó para chantajear a Enrique Valdez, exigiéndole que fuera a combatir a su tío Carlos Concha o pagara las consecuencias del fraude de su padre.

Contenido externo patrocinado