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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

La reelección genera vendaval político

15 de marzo de 2014

El anunciado proyecto referente a la posibilidad  de convertir en realidad la reelección presidencial, ha estremecido en el ámbito político a la oligarquía, a la derecha partidaria y principalmente a la prensa comercial, que instruye a sus articulistas a manejar el tema con astucia y agresividad para frenar, lo que ellos llaman, de aprobarse el planteamiento,  “Un retroceso democrático de impredecibles consecuencias”. Otros temblorosos analistas, en su afiebrada imaginación, comentan “ahora sí”, “El presidente Rafael Correa se encamina a una eterna dictadura”.

Ya no funciona el uso del término dictadura, si en el  régimen democrático del Buen Vivir se garantiza el ejercicio de la libertad en sus diversas manifestaciones como el del sufragio, realizado, recientemente, con transparencia y la supervisión solvente de organismos internacionales. Por allí, otro comentarista de la derecha sigue denunciando el peligro de perpetuarse el imperio de un solo mandato; mientras la ciudadanía comprueba la independencia en el funcionamiento de los 5 poderes del Estado; observa el libre accionar de los grupos políticos y la libertad  de los periodistas para expresarse sin censura previa.

Las sociedades evolucionan y, en este caso, los candidatos triunfalistas no son perfectos; según su desempeño, se engrandecen o caen en el desprecio. Se recomienda el diálogo, la concertación y el intercambio de criterios entre personas y sectores involucrados en el quehacer de la política administrativa. El diálogo es el mejor instrumento para conocer en su amplitud los problemas, conflictos y necesidades del medio y poder lograr soluciones acertadas por  consenso. La mayoría de los candidatos triunfalistas comprendió la importancia del conversatorio, solo unos cuantos arrogantes rechazan el diálogo y se alejan con su prepotencia a resolver los problemas por sí solos, soslayando de que en una sociedad organizada, unos dependen de otros y nada más.

Si la partidocracia se extingue entre otras causales, consta, la carencia de auténticos líderes, con dotes de capacidad, honradez, sentido humanístico y comprometido con sus principios ideológicos para no claudicar ni engañar al pueblo. La prensa comercial ha pretendido y aún pretende crear líderes de papel. Dedica espacios, como aliento efímero a personas de escasa prestancia y de oscura trayectoria política. Ya anuncia como agorera a presuntos candidatos presidenciales para el lejano 2017.

El líder se forma en el  trajín cotidiano, con la inspiración de servir a los demás y el ejemplo de sus maestros. Los alcaldes y prefectos triunfalistas abrigan la oportunidad de forjarse un liderato, si se deciden a cumplir las promesas de campaña. Es tiempo de comprender que los ecuatorianos ya aprendieron a conocer la realidad del país y que exigen cambios radicales en la estructura del Estado y nueva formas  institucionalistas en beneficio de los más pobres de la patria.

Bolívar con su pensamiento integracionista; Alfaro con su bandera, el laicismo; Fidel con su posición antiimperialista, y Chávez con su lucha inconclusa, entraron a la historia, marcaron una etapa y avizoran otras. Rafael Correa inauguró la era del cambio en el Ecuador. El proceso avanza indetenible. La reelección es una circunstancia histórica y si allí está la trinchera, hay que asumirla.

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