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El Telégrafo

La rabia de los medios privados

21 de julio de 2012

La prensa “independiente” no es que tiende a desaparecer; su influencia nociva es la que se debilita y extingue a causa de sus desatinos en el manejo de los géneros periodísticos y su evidente apoyo a la derecha política y sectores pudientes del país.

Analistas de valía presagian penosos enfrentamientos por el control del Estado con la participación agresiva de los medios de comunicación privados, que ya comenzaron, al disimulo, a lanzar sus primeros dardos contra los líderes de Alianza PAIS, a utilizar la injuria como mensaje y a ocultar la gran obra social de este régimen.

Por allí un articulista, aliado de la oligarquía, a riesgo de ser enjuiciado por difamación, asegura: “Vivimos una ficción de lo que se llama democracia electiva, una democracia ilegítima pero legal, pues el fraude está institucionalizado”.

Qué descarado, se trata de una afirmación sin sentido, si recién se ha cerrado el proceso de inscripción de las agrupaciones políticas. Y para no sentirse solo, a manera de protección, se adhiere a lo que dice otro: “Todo está amarrado”. En la campaña de la prensa “libre”, se agrega un comentario, redactado entre copas, y que concluye así:

“Este Gobierno premia con prodigalidad, impudicia y descaro a los jueces que cometen las más aberrantes sentencias que el oficialismo les dicta”. Los columnistas aduladores de la oligarquía, como olfatean la consolidación del gobierno  de la Revolución Ciudadana, comienzan a descargar su odio y rabia contra el liderazgo de Rafael Correa. Es que el poder mediático no cede, descansa y vuelve a la contienda.

Los medios de comunicación privados suelen manejar las noticias y comentarios en una sola dirección, a manera de monopolio, pero con el advenimiento de los medios públicos, que tanto molestan a El Universo y El Comercio, se establece un equilibrio en el proceso de la comunicación y en la formación de la opinión pública. Se terminó el poder de los medios particulares y como secuela, en el tramo de la competencia, sobrevive el que difunde la verdad, predica valores, plantea soluciones justas y enseña a los ecuatorianos a buscar el camino para vivir en paz, sin angustia y con dignidad.

Como los periodistas de la oposición presienten el triunfo electoral de Alianza País, en su desesperación por no perder privilegios, se disponen a librar con rabia su batalla final, sin descartar su apoyo a la insurrección e intentos golpistas.

Al autor del “Divorcio entre la universidad y el periodismo”, le recuerdo uno de los compromisos éticos del comunicador: “El periodista no es juez, cada uno de los pasos del juez puede ser revisado, apelado, revocado. El error judicial puede, en última  instancia, enmendarse con el indulto y la gracia. Cuando el periodista  se equivoca es más difícil reparar el daño”.

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