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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

La política en su nueva edad

14 de febrero de 2015

Con el advenimiento de la era republicana y la necesidad de organizar y administrar, eficientemente, el Estado, en beneficio de los conglomerados sociales reprimidos por el colonialismo, se crearon los partidos políticos presididos por guías entusiasmados en las diversas etapas de la agitada actividad partidista.

Algunos conductores, en el transcurso de la historia, que nos legaron grandes obras sociales, tienen un sitio de honor, con o sin monumento; otros, por sus crímenes, afán de riqueza y su adulo a la oligarquía, sucumbieron y permanecen olvidados en el tenebroso ayer.

Ecuador, como ningún otro país del continente, ha padecido en las últimas décadas la multiplicidad asombrosa de partidos y grupos políticos, con el auspicio de audaces aventureros, animados por alcanzar posiciones en la administración del Estado. Dominaban el escenario nacional o regional, con atractivas siglas, sin precisión ideológica ni programa de gobierno, pero eso sí, difundiendo promesas y ofertas inalcanzables para lograr el beneplácito y el voto de la población incauta, que se acostumbró a vivir del engaño y la esperanza de un mundo mejor.

Muchos de los falsos líderes y sus seguidores alcanzaron curules, cargos importantes y en alianzas indecorosas escalaron el poder gubernamental. Los prósperos mercaderes de la política se enriquecieron y se alejaron de la contienda para disfrutar de una vida placentera; otros, todavía inconformes, piensan mantenerse en la palestra hasta cubrir sus metas. Algunos ya han envejecido en la tregua de la actividad partidista sin lograr ubicación estelar, pero enceguecidos por la ambición insisten en recuperar espacios y privilegios.

Con el arribo del gobierno de la Revolución Ciudadana, liderado por Rafael Correa, agrupaciones políticas que se consideraban poder comenzaron a desaparecer, por la fuerza del proceso de cambio sustentado por el socialismo siglo XXI. Algunos integrantes de la partidocracia, perturbados por el paso de los años y con el aliento de la prensa ‘independiente’, no quieren perder las prebendas del pasado e insisten en reactivar sus escuálidas agrupaciones con otras siglas, pero con los mismos rostros azotados por el tiempo. Bien ha declarado el expresidente Rodrigo Borja su retiro de la política; y al referirse a la crisis de la representación política y cómo influir en ese panorama, responde con firmeza: eso depende de los jóvenes, es decir, de las nuevas generaciones.

El régimen del Buen Vivir abre y señala la senda a las venideras generaciones, decididas a prepararse y entregarse con devoción para servir a los demás. Para felicidad de la patria, el camino hacia la reivindicación se despeja de los políticos que nada hicieron en su oportunidad y que algunos afiebrados por los evidentes fracasos insisten en reinscribirse y fomentan movilizaciones absurdas y sin dirección como último y agónico intento por sobrevivir.

Solo los necios no aceptan que llegó la hora del cambio y que la democracia se fortalece con una oposición de crítica altiva, visión patriótica y planteamientos que ayuden a enderezar rumbos, si el caso lo exige. La Revolución Ciudadana avanza, con el principal objetivo: mejorar la vida de los ecuatorianos y derrotar la extrema pobreza.

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