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El Telégrafo

La parábola del elefante

19 de febrero de 2013

Un académico de la Universidad de Berkeley y un experto nacional, mediante un interesante artículo, cuestionan la construcción de la represa con la cual se espera solucionar los problemas para el desarrollo del sector, las inundaciones del río Chone.

La exposición hace énfasis en la ineficiencia de las prácticas tecnológicas de la ingeniería europea/norteamericana en situaciones socioeconómicas diferentes a las de su origen. La polémica no es nueva y en la década del 60 fue expuesta con vigor, sobre todo, en los países tropicales en desarrollo, sin embargo no hay razón suficiente que justifique la pérdida de un recurso indispensable como el agua, por falta de una represa.

La construcción de una represa (como en el caso indicado) es parte de los planes para la gestión integrada de los recursos hídricos, pero en sí no es el objetivo del desarrollo. Para alcanzarlo se requiere un proceso de integración y gobernabilidad que se ha definido como la capacidad social de movilización de energía en forma coherente para el desarrollo sustentable de los recursos hídricos considerando la participación de los múltiples niveles sociales más allá del Estado, en donde en la toma de decisiones se incluye no solamente a las instituciones públicas, sino a los sectores privados, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en general.

La actuación aislada y conflictiva de los sectores usuarios del agua nos conduce por ignorancia a la ineficiencia para el aprovechamiento de los recursos hídricos, lo cual   nos recuerda la parábola del elefante, cuya historia dice que se pidió a seis ciegos que determinaran cómo era un elefante palpando diferentes partes del cuerpo del animal.

El hombre que tocó la pata dijo que el elefante era como un pilar; el que tocó su cola dijo que el elefante era una cuerda; el que tocó su trompa dijo que era como la rama de un árbol; el que tocó la oreja dijo que era como un abanico; el que tocó su panza dijo que era como una pared; y el que tocó el colmillo dijo que el elefante era como un tubo sólido. Todos dijeron su verdad de acuerdo a la parte del elefante que palparon, pero en conjunto se equivocaron.

Esto es parecido a lo que nos ha sucedido por cuarenta años en la gestión del agua, carente de una gobernabilidad integral y más bien sujeta al arbitrio sectorial de la
dirección de turno.

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