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El Telégrafo

La página en blanco

23 de julio de 2013

Se me ha pedido una reflexión, para una revista, sobre el enfrentamiento que tengo cada vez con la página en blanco. Y sucede que esas son las peticiones que a una le ponen a pensar. Antes las páginas eran de papel, y la tinta o las marcas del lápiz la iban pintando poco a poco de letras y símbolos. A veces también de dibujos. A veces, si la situación era emocionalmente intensa, una que otra lágrima emborronaba el papel, desdibujando letras y cambiando su textura.

Ahora, la página en blanco es este simulado rectángulo de la computadora. Una página en donde no es necesario tachar con largas líneas horizontales, trazos inclinados, o furiosos nudos de tinta lo que no queremos que esté ahí porque nos lo pensamos mejor. Sencillamente seleccionamos un fragmento de texto, aplastamos la tecla “delete”, y ya, se fue. No está más...

Como han dicho grandes autores, escribir siempre es un trabajo solitario, un disfrute, un vicio que se ejerce en soledadLa página en blanco, para alguien que escribe, representa una mezcla de reto y temor. Cuando es una obligación (como en el artículo semanal de un periódico) hay días en que la pregunta sobre qué escribiremos puede volverse torturante. Cuando nace del impulso creativo per se es un hermoso desafío, una especie de puerta abierta hacia lo que más nos gusta y más amamos hacer. Como han dicho grandes autores, escribir siempre es un trabajo solitario, un disfrute, un vicio que se ejerce en soledad. Más allá de las neurosis, de las excentricidades, se cumple sin compañía. Quienes escribimos bebemos del mundo, por así decirlo, pero cuando vamos a producir lo nuestro, no hay mejor compañía que la paz y el silencio, y tal vez unas partitas de Bach interpretadas por ese genio introvertido que fue Glenn Gould.

Sin embargo, no solo los escritores y las escritoras vivimos esta experiencia de la página en blanco. Me da por pensar que la página en blanco se nos materializa en la precisa hora de la mañana en que abrimos los ojos y el día, repleto de tareas, o con la tranquilidad del asueto, se nos presenta como esa página en blanco, tal vez con líneas, tal vez de cuadritos, como dicen, o tal vez completamente en blanco, para escribir en ella una vivencia más, igual de fugaz que todos los días que terminan volando hacia el pasado.

Para el país también se abren muchas páginas en blanco en las cuales no escriben solamente quienes lo gobiernan, sino todos y cada uno de los que habitamos en él. De nosotros depende con lo que esas páginas se llenarán: ¿odio? ¿maledicencia? ¿rencor? ¿esperanza? ¿optimismo? ¿grandeza de alma? Esa elección está en nuestras manos.

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