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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

La oposición y su central política

13 de septiembre de 2014

La derecha política, representada por la oligarquía, la banca, el comercio y grupos reaccionarios, intensifica acciones para detener el cambio histórico en la conducción del Estado, porque cuenta con los medios comerciales, prensa, radio y televisión, como sus únicos aliados, decididos a defender y proteger sus negocios, riqueza, intereses y utilidades. Ya no golpea las puertas de los cuarteles en busca de apoyo en su intentona desestabilizadora porque, con la modernización del Estado, el papel de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se consagra con claridad en la Constitución de la República y en el cumplimiento de su misión, sujetas al poder civil y a la Carta Magna.

Y es así como la oposición, sin otra alternativa, se arrima públicamente y sin rasgo de vergüenza a la prensa privada, y la convierte en su central política. Ese es el panorama de nuestra realidad partidista; los medios mal llamados ‘independientes’ se rearman con el pretexto de defender su libertad de expresión, para agredir el liderazgo de Rafael Correa y, de otro lado, seguir silenciando las grandes obras del régimen del Buen Vivir y destacar con exageración algún desliz del Gobierno, muy propio del complicado proceso de cambio.

Ahora, temerosos por la vigencia de la Ley Orgánica de Comunicación, de alguna manera, indirecta o disimuladamente, los reporteros y columnistas por instrucciones de los dueños del medio privado donde laboran, practican las verdades a medias, exaltan hechos insignificantes para favorecer a los grupos de oposición y ocultan acontecimientos de interés nacional y continental protagonizados por el Presidente de la República, funcionarios o simpatizantes del régimen del Buen Vivir.

Columnistas amarrados a la oligarquía y al movimiento por la restauración  conservadora, de común acuerdo, lanzan sus ‘sesudos’ comentarios, diseñados para acusar al Gobierno de centralista, abusivo y arbitrario.

Sostienen, sin aportar prueba, que el Parlamento acepta todo lo que se le envía de Carondelet, e incluso, en tono demencial, pretenden comparar la conducta hitleriana con el accionar de Rafael Correa Delgado. Una articulista de última hora confunde la violencia con la justicia, solo para defender a conocidos insultadores que yacen en el olvido. Elogian y le dedican extensos espacios a presuntos candidatos a la Presidencia, a exdirigentes de partidos borrados del mapa y a políticos fracasados, a manera de estímulo para que continúen fustigando, inútilmente, al gran líder de la Revolución Ciudadana.

Se ha explicado con transparencia en los foros internacionales que en América Latina, de preferencia en Ecuador, se ha desatado una disputa intensa por el control informativo y de opinión entre los medios que apoyan a los gobiernos progresistas y revolucionarios como el de Evo Morales, Nicolás Maduro y Rafael Correa, entre otros, y los que expresan su odio a esos regímenes, a tal punto que avasallan el sagrado principio de la objetividad periodística.

El periodismo ‘independiente’ aún sigue siendo poder al convertirse en la central de los grupos de oposición al régimen del Buen Vivir, pero paulatinamente seguirá perdiendo credibilidad, mientras se aleje de su misión: decir la verdad completa y orientar con honestidad y sentido de patria.

Enfrentar a los medios comerciales convertidos en actores políticos no es tarea fácil; es indispensable mantener la tendencia y decisión de legislar con firmeza en el ámbito de la comunicación.

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