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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

La oposición en pánico

11 de noviembre de 2014

Luego del pronunciamiento legítimo de la Corte Constitucional que aprobó las enmiendas a la Constitución de Montecristi, “dentro de los plazos y  términos”, se abrió el camino a la reelección presidencial. Con esto, y anunciado ya el segundo paso a seguir, esta vez en la Asamblea Nacional que pronto estudiará las reformas que hagan posible la reelección indefinida del primer magistrado, la oposición política ha entrado en verdadero pánico. Lo cierto es que este es un auténtico período de pesadilla en el que se encuentran sumergidos aquellos que aspiraban -cada uno- a ser el próximo gobernante del país: banqueros, expresidentes defenestrados a causa de sus pésimas administraciones  y figuras de la oligarquía nacional que siempre miraron con muy malos ojos a la Revolución Ciudadana y a todos aquellos cambios que el presidente Correa implementó en el país en beneficio de la nación y especialmente de los marginados por los gobiernos anteriores.

El golpe ha sido muy duro para el grupo opositor, que estaba seguro de que su estrategia era la más adecuada en este momento político. Si hasta había anunciado que presentaría más de 600.000 firmas -aunque muchas de ellas fueran repetidas, como viene siendo su costumbre- de ciudadanos que pedirían la realización de una consulta al pueblo ecuatoriano acerca de si aceptaba o no la reelección presidencial inmediata. La oposición ha quedado en estado de shock. Pero es seguro que, pasado este momento, los vendepatria que con frecuencia se reúnen en sus aquelarres para hacer sus llamadas de auxilio a los adinerados grupos de la derecha internacional y para contar los billetes enviados por ellos desde el exterior, pronto encontrarán nuevas fórmulas de acoso a la labor del Gobierno y, con ayuda de  la prensa enemiga de la Revolución Ciudadana, volverán a desinformar y a desacreditar la ostensible labor pública desarrollada en todas las regiones del país por Rafael Correa, a diferencia de la nulidad de gobiernos anteriores.

Un tema tan controversial como el de la reelección indefinida encuentra su razón de ser con argumentos tan sólidos como el del analista político argentino Ernesto Laclau, quien asegura que no se trata de eternizar a alguien en el mando, pero sí de darle oportunidad al pueblo para que culmine un importante proceso de cambios, por este medio absolutamente democrático, pues ese pueblo soberano podrá finalizar tal experiencia en el momento en que así lo decida. Recordemos que en nuestro país, de modo especial durante los siglos XIX y XX, no había continuidad en el desarrollo de la nación y así, al comenzar un nuevo gobierno, lo primero que hacía el titular era  desbaratar la obra de su predecesor para no dejar huella de la bondad de su tarea en caso de que ella existiera. El mismo Ernesto Laclau señalaba que la reelección indefinida es propicia en el caso de los excelentes líderes, para que puedan terminar su obra social. No se trata entonces de auspiciar eternas dictaduras, sino de brindar oportunidades a los líderes de la historia a cumplir su patriótico rol, de lo cual los ecuatorianos hemos venido siendo tan huérfanos. En Rafael Correa, en cambio,  hemos encontrado el líder de excepción que la nación necesitaba.

Debemos -además- tomar en cuenta que en algunos países, como  España, Finlandia, Venezuela, Suiza y Francia, se permite la reelección indefinida. Así también han existido casos como el de Franklin Delano Roosevelt, en Estados Unidos, que fue elegido presidente de esa nación en cuatro ocasiones sucesivas, durante la gran recesión de los años 30, de la que Roosevelt logró salir gracias a su política desarrollista del New Deal, que precisó una importante inversión pública hasta su muerte en 1945.

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