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El Telégrafo

La nueva izquierda ecuatoriana

08 de noviembre de 2012

Existe ya una nueva izquierda ecuatoriana, que ha ido construyéndose al calor del proceso de la Revolución Ciudadana y que tiene características diferentes a la izquierda tradicional. Ante todo, es una izquierda de masas, integrada por grandes sectores populares, que desde fines del siglo XX confrontaron con el proyecto neoliberal, derrotando en las urnas el plan privatizador de Durán-Ballén, derrocando a Bucaram, derribando a Mahuad y expulsando del poder a Gutiérrez.

Esas masas desbordaron con su lucha a la vieja izquierda y plantearon la necesidad de levantar un nuevo Estado alrededor de la solidaridad social, la defensa de la soberanía nacional y la lucha contra la corrupción. Pero carecían de un liderazgo político que las condujera hacia la construcción de ese nuevo país con que soñaban. Hasta que aparecieron Rafael Correa y Alianza PAIS. Y entonces esas masas insurrectas hallaron al líder que andaban buscando y a una organización que representaría sus esperanzas.

La nueva izquierda ecuatoriana es también profundamente nacionalista, si el término “nacional” lo entendemos en su doble y complementario sentido de “Patria Chica” y de “Patria Grande”. No está afiliada a fuerzas políticas internacionales ni responde al dictamen de centros de poder mundial. Su referente fundamental es el propio país, con su historia, conflictos y esperanzas.

Ahí, en su ecuatorianidad esencial, radica gran parte de su raigambre popular y también de su eficacia en el Gobierno, porque enfrenta problemas locales con soluciones propias, pensadas para el aquí y ahora, tales como las aulas rodantes, los hospitales móviles, la Misión Manuela Espejo o el Bono Joaquín Gallegos Lara.

Mas ese nacionalismo suyo no se queda en un espíritu aldeano, limitado al horizonte local, sino que se inserta en una vocación de “Patria Grande”, heredada de los padres de la patria y de los líderes alfaristas. Por eso mira como propios los esfuerzos similares que adelantan otros países hermanos y apoya sin reservas los proyectos de unidad sudamericana y latinoamericana.

Finalmente, haciendo suyo el apotegma martiano de que “Patria es Humanidad”, su nacionalismo defensivo no le impide ver con simpatía las luchas y emprendimientos de otros pueblos contra el capitalismo transnacional y salvaje, que pretende escapar de su crisis definitiva a costa de una recolonización financiera del mundo. Por justicia, hay que precisar que la mejor parte de la antigua izquierda ecuatoriana, el PS–FA, está junto a la nueva izquierda, compartiendo sus luchas y esperanzas. Eso ayuda a definir el panorama político del presente y del futuro.

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