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El Telégrafo

La nueva casa de Carrión

29 de julio de 2012

La administración de Marco Antonio Rodríguez ha puesto el puntillazo final a la agonía cultural de la Casa de Benjamín Carrión, devenida en devaluado reducto de cofradías que deambulan en aislado anonimato y unas pocas en islas de portentosas propuestas que crecen gracias a la distancia planteada por y para la matriz, cuya influencia y presencia se ha reducido a cocteles literarios y alquiler del Ágora a mercaderes de cantantes, mas no de artistas.

La estructura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana ha sido anclada en mediocre gestión superada por la modernidad. Algunos núcleos provinciales tienen la misma cantidad de miembros que hace una década, transpiran polvo y marginan a los nuevos creadores, convirtiendo a algunas  Casas de la Cultura en microespacios excluyentes.

Hay también unos pocos núcleos proactivos que son plataformas de lanzamiento constante de nuevos hacedores culturales, que tienen poder de convocatoria y son referentes artístico-culturales, como es el núcleo de Chimborazo, presidido por Gabriel Cisneros, candidato a la vicepresidencia de la matriz en binomio con Raúl Pérez Torres, quienes plantean una necesaria revolución  a una casa adormecida, traicionada a sí misma, ignorante de las necesidades integracionistas de provincias abandonadas que son tomadas en cuenta cada cuatro años para requerir un voto.

Este binomio plantea unificar a las Casas de Carrión, que las membresías tengan un carácter nacional, que Pichincha tenga su propia casa y que la matriz sea el fuego que funda el nuevo crisol de las culturas del Ecuador, hoy distantes, desconfiadas, achicadas, invisibilizadas.

En este cambio de época es imprescindible la mutación de la Casa a horizontes luminosos que diluyan el sombrío enclaustramiento de las letras y las artes en muros extraviados de grupos que dicen representar a todos los ecuatorianos, carga demasiado grande, incluso para exacerbadas vanidades.

La Casa de la Cultura Manuel Benjamín Carrión merece un destino expansivamente integrador, generacionalmente  democrático. Hay que romper el actual enmohecido molde que aprisiona a los creadores, para crear una nueva Casa, más real y soñadora.

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