Algunos lo califican como un hecho histórico. Otros, en cambio, opinan que el anuncio del fin del bloqueo que el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, impuso contra Cuba en 1961 ha sido la noticia del año. Y por lo visto, en los dos casos existe mucho de verdad, pues un hecho histórico, por su importancia y por su magnitud, bien puede convertirse en la noticia del año. Lo cierto es que aquella “figura inédita que en la Unión Europea únicamente ha existido en el caso de Cuba, no tenía sentido”, según expresiones de Miguel Ángel Moratinos, el jefe de la diplomacia española durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.
Y no hay que dejar al margen la conducta intransigente de la Posición Común que implementó la UE en el caso del tratamiento que sus países miembros pusieron en práctica contra Cuba. Fueron dos poderosas fuerzas -el bloqueo de Estados Unidos, forjado en 1961 y la llamada Posición Común, o dicho en términos sencillos, el aislamiento impuesto por las 15 naciones que por entonces conformaban la Unión Europea-, dos rutas paralelas que han venido deteniendo el desarrollo de la isla y que atenazan la existencia de sus habitantes, “sin ninguna precondición”, señala Moratinos, “una política de aislamiento y bloqueo que no ha dado ningún resultado”, pero que tan solo ha venido buscando el sufrimiento del pueblo cubano. La Posición Común fue impuesta durante el gobierno conservador de José María Aznar en 1966, cortando de raíz las relaciones de España con Cuba, a lo que siguieron los otros países de la UE. Pero a partir de ahora, así como están las cosas, luego de la noticia de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ¿cuál será el accionar de los países de la UE con relación a la isla caribeña?
Y además, ¿cuál será la resolución a tomar por el Congreso de Estados Unidos con respecto a Cuba? Las voces más altisonantes y duras acusan a Cuba de ser una nación en donde se violan los derechos humanos. Pero se ve que no han analizado en absoluto la realidad de la isla durante los 53 años de bloqueo impuesto por la nación más poderosa del orbe. Veamos. Este pueblo heroico de Cuba ha debido vivir dentro de las mayores limitaciones que una nación ha tenido que soportar, en donde el tiempo parece haberse detenido y en donde sus bellas ciudades, que diariamente atraen el turismo mundial, tienen el encanto de una vieja pero hermosa arquitectura descuidada por causa de la necesidad; con vehículos que, luego de medio siglo de trajín, aún funcionan con normalidad; un pueblo leal, noble y valiente, al que hasta hace poco todavía no le llegaba el desarrollo tecnológico del celular.
Un pueblo modelo de valor, generoso y solidario, que con frecuencia ha acudido en ayuda de las naciones más necesitadas o de aquellas que han sufrido una terrible tragedia, pero que, en cambio, está conformado por individuos felices, amantes de la música y la danza, así como de la conversación amable. Una nación que recibe de su Gobierno vivienda digna, educación y atención de salud gratuitas. Que sus niños tienen el menor índice de mortalidad infantil, desnutrición y analfabetismo. En donde el promedio de vida de sus adultos es mayor -incluso- que el de Estados Unidos y en donde el aislamiento no solamente ha originado escasez y carencias, sino que, además, es una de las naciones con uno de los menores índices de criminalidad. Esta es la paradoja admirable de Cuba, pese a todas sus necesidades que han venido atormentando su existencia durante 53 años.