Ha ocurrido en las Américas, la mayoría de los líderes, mujeres y hombres, de las comunidades negras ha encontrado un aliado natural en las izquierdas. Aquello que haya pasado después corresponde a otro análisis. Por estos días cabe la combativa lírica martiana: “Es la hora de los hornos y solo se verá la luz”.
A los gobiernos progresistas se las están poniendo difíciles, en el caso de la Revolución Bolivariana está al ventestate de la derecha internacional más reaccionaria, de sus errores y de factores importantes de corrupción. Es la constante azarosa de toda revolución: mientras las dudas superen a las evidencias se ama la palabra ‘cambio’, pero no se asumen las probables dificultades. Acontece en Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y también en aquellos países de caudaloso discurso progresista y tímidas reformas.
El liderazgo afro debe decidirse: derecha o izquierda. Correcto, no es fácil esa determinación si no se profundiza el análisis. Al no tomar partido seremos convidados de piedra. Una idiotez histórica. El flow de esta jam-session: nuestra historia y sus avatares gravitan en el reconcomio afroamericano (aquello de reconocimiento, justicia y desarrollo del decenio resume la narrativa), algunas actualidades adversas en los territorios comunitarios y ancestrales levantan recelos (la minería y sus consecuencias, por ejemplo), la escasa comprensión y aplicación política del mandato constitucional en eso de ‘multiétnico’ y ‘pluricultural’ (la educación, por ejemplo) y esa cognición arcaica para percibir a las comunidades negras americanas.
¿En la actualidad, cómo se entiende eso de izquierda y derecha? ¿Hay diferencias entre ellas? Sí, las hay, y profundas. La izquierda (con sus edades, tonos y calenturas) siempre ha estado en las luchas emancipatorias. Derecha “es una forma de ver los propios intereses contrapuestos o en competencia con los demás”, el entrecomillado es de Andrés Piqueras, publicado en www.rebelion.org del 26 de mayo de 2015.
Por ahí anda una discusión, legítima y necesaria, si los gobiernos del progresismo latinoamericano son de izquierda o un reencauche en caliente o en frío de la derecha. Este jazzman sospecha que será una controversia de aquí a la eternidad. Por retórica es indudable y por las ejecuciones, ahí comienzan los tropezones ideológicos; completando la figura, son movimientos electoralistas y multiclasistas, aquello amaina radicalismos. El sentido común cimarrón reclama esta pregunta, ¿cómo demoler el persistente republicanismo excluyente y racista? ¿Cómo construir ese nuevo republicanismo prescrito en nuestra Constitución?
Estos brillantes momentos no son, jamás lo serán, para espectadores o para receptores pasivos de consignas sin importar quién es el emisor, tampoco para sentarse sobre la cabeza. Las comunidades negras y su liderazgo tienen una de esas perfectas ‘condiciones objetivas’ para el cimarronismo político en clave de justicia social. (O)