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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

La negación plausible

27 de febrero de 2015

Como parte de sus fines de dominio, a partir de 1950, potencias occidentales desarrollaron actos subrepticios que solventaron la arquitectura de instituciones facciosas con estructuras de gobierno y cadena de mando esquiva y laxa, capaces de realizar acciones desestabilizadoras de toda índole, aun las de mayor ilicitud, con total impunidad, en contra de pensamientos y de Estados que las metrópolis requerían destruir por considerarlas peligrosas para sus intereses geopolíticos. El modus de estas operaciones clandestinas posibilitó que, en su momento, quienes las nutren y apoyan ignoren su existencia y las culpas de los crímenes cometidos, y así nació la ‘negación plausible’.

Y es que esta va más allá de los sofismas diplomáticos -comunes y frecuentes desde siempre- y establece líneas de difusión sutiles y creíbles para objetar el conocimiento de algún hecho verídico del que son realmente autores. El funcionario de primer o segundo nivel gubernativo que informa del suceso de la no implicancia de su régimen en la acción nociva es aparente y  deliberadamente ignorante de lo acaecido y de la responsabilidad que les compete en el acontecimiento doloso y comprometedor. En los flujogramas de los servicios de seguridad, la negativa admisible genera la certeza de la exención de penas por delitos severos, ordenados por altos estamentos del poder.

La gestación de entidades con esas características, fruto de criterios estratégicos justificables, para vencer a los nazi-fascistas en el escenario de la Segunda Guerra Mundial, era válida. En la paz lograda, fueron y son realmente agencias de hechos ilegales, no solo de manipulación noticiosa, sino también de técnicas psicológicas de ablandamiento político a organismos ideológicos acudiendo a la infiltración, el soborno y al chantaje social, asegurándose de que sus mentores no serán delatados.   

Naciones poderosas del orbe invierten ingentes recursos en este tipo de organizaciones, llámense asociaciones, fundaciones, sociedades. El membrete tiene poca importancia, lo que genera su fama es la influencia que logran en conglomerados y personalidades para reclutarlos y actuar consciente o inconscientemente en oposición a sus propias patrias. Los últimos 65 años el Tercer Mundo ha recibido agresiones graves que han causado miles de bajas; y millones de personas, con sus vidas rotas, igualmente el deterioro de sus economías y sus recursos naturales y humanos, despiadadamente saqueados en beneficio de trasnacionales y de mafias locales y extranjeras.

Lo que sucedió hace décadas, en el Cono Sur e igualmente en las guerras en Centroamérica, donde pueblos sufrieron la violencia cruenta de dictaduras genocidas, es un ejemplo ilustrativo sobre la metodología golpista de estas corporaciones apéndices de organismos de inteligencia foráneos.

Hoy, cuando hay una conspiración descarada en Venezuela, buscando el derrocamiento del presidente legítimo, Nicolás Maduro, y ahogar en sangre las conquistas de la Revolución Bolivariana, la denegación laudable se esgrime a pulmón lleno por voceros del imperio en todo el orbe. La doctrina de la negación plausible elaborada en las oficinas de la CIA, iniciada su ejecución en tiempos de Allan Dulles, ahora se convierte en  el arma favorita de los amotinados que flotan en la tierra de Bolívar que afirman sin rubor su deseo de continuar en democracia, mientras en la noche del rigor sedicioso solventan sus felonías. Mas, estamos ciertos de que el pueblo chavista los vencerá.

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