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El Telégrafo

La Navidad y la familia

26 de diciembre de 2013

Al monje Dionisio “El Exiguo” se le atribuye calcular que el nacimiento de Jesús se produjo en la noche del 24 de diciembre. De igual manera, se ha aceptado el criterio de que la concepción de Cristo Redentor ocurrió un 25 de marzo, cuando el arcángel Gabriel proclamó a María como “bendita entre todas las mujeres”, porque llevaba en su vientre a un niño engendrado, no creado.

La fecha de celebración del advenimiento del hijo de Dios coincide con fiestas paganas, como la que celebraban los romanos a finales del último mes en recordación al dios Sol, por lo que tan trascendente efeméride ha servido también de pretexto para soltar las amarras del desenfreno humano.

La Natividad de nuestro Señor Jesucristo es una historia de ternura que resalta la consolidación de la familia, el perdón, la fe y la solidaridad, dones que resumen el sacrificio del Mesías para redimir con su sangre los pecados de todos los hijos de Dios.

Puede decirse que el nuestro ha sido un pueblo muy querido por Dios, quien ha escuchado las súplicas que por intermedio de su hijo le hemos dirigido en momentos aciagos cuando han ocurrido fenómenos naturales, crisis económicas, pugnas políticas o el látigo de la injusticia y la represión ha lacerado a la sociedad ecuatoriana.

Actualmente, las sociedades humanas se encuentran en un punto crítico; las tendencias apuntan hacia la propia destrucción por la insensibilidad de los hombres que pone en peligro la supervivencia en el planeta, nuestras actitudes no parecen desplazarse hacia la conciencia de un cambio profundo y necesario.

Si la sociedad se sensibiliza y abandona la idea de la superioridad arrogante, sería un gran paso hacia la toma de conciencia y el verdadero comienzo de una transformación personal, familiar, social y mundial.

Es por eso que los cristianos ecuatorianos deberíamos en estas festividades navideñas, levantar los brazos en señal de júbilo por el nacimiento de nuestro Salvador en cumplimiento de las profecías. Después de su muerte y resurrección, Él ascendió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre. Siendo este, el grandioso triunfo del cristianismo, porque tenemos un Dios que se hizo hombre y resucitó.

La Navidad es una fecha muy propicia para el anhelado reencuentro o consolidación familiar y la reconciliación de los unos con los otros, en el entendido de que con la unión de buenas voluntades se podrá derribar la barrera de la injusticia que aprisiona en la más abyecta miseria y marginalidad a millones de hombres, mujeres, niños y ancianos.

La familia es a la sociedad como la célula es a un organismo vivo. La salud de cada familia es, por lo tanto, imprescindible para lograr una sociedad sana y con valores auténticos que ayuden a una convivencia civilizada.

Las oraciones de hoy deben hacer énfasis en los ruegos para que Jesús interceda ante Dios Padre, a fin de que proteja y guíe a nuestro pueblo por el sendero de la paz, el progreso, la armonía, la unidad y la justicia social.

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