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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

La mujer, ni ángel ni demonio

11 de marzo de 2014

Cuando Esther Vilar publicó en 1971 ‘El varón domado’, causó conmoción en el mundo. Traducido a muchos idiomas, cada lector, crítico literario y aun sicólogos y sociólogos, le daban a las diferentes frases de la escritora argentina-alemana las más diversas connotaciones. La obra fue un éxito de librería y ya en 1975 se convirtió en el tercer libro más vendido de España.

Pero al intervenir Esther Vilar en eventos literarios para comentar ese libro, surgían para ella terribles problemas, incluso amenazas de muerte durante décadas de desprecio que debió soportar por la forma cómo explicaba la idea principal de su texto. De acuerdo a Wikipedia, Vilar asegura que la mujer no es oprimida por el hombre, sino que en realidad es la mujer la que controla al hombre para manejar la relación. Y de eso, muchas veces él no es consciente. Para ello, la mujer atrapa al hombre usando estrategias de seducción. En palabras de la autora, el hombre fue entrenado y condicionado por la mujer para convertirlo en su esclavo. Otras estrategias de la mujer, dice Wikipedia, son el uso de halagos administrados cuidadosamente para controlar al hombre, y la utilización de los hijos como rehenes.

¿Será verdad todo este drama social, y si es así, a qué nivel sucederá? Pienso que en algunos casos esto es muy cierto. ¿De qué depende? De la sociedad a la que se pertenecen hombre y mujer. De las tradiciones que se observen en su medio y de la educación que han recibido. Así, por ejemplo, en los países árabes es el hombre quien maneja la relación de pareja, en términos generales. Y en los estratos inferiores de nuestras naciones latinoamericanas, vemos repetirse los casos de hombres que llegan a asesinar a su conviviente luego de haberle dado una vida sujeta al martirio y a la crueldad. Cuando Esther Vilar escribió ‘El varón domado’, la condición de la mujer en América Latina era muy diferente a la actual. Desde los años 70 hasta los días presentes, se han llevado a cabo reformas jurídicas encaminadas al logro de la plenitud de derechos para la mujer. Y en buena medida se lo ha conseguido. Ahora en el Ecuador, a la mujer se la encuentra formando parte de las Fuerzas Armadas y de la Policía, manejando aviones y embarcaciones, formando parte –en muy buen número- del gabinete ministerial, desempeñándose en las más altas posiciones dentro de las cortes de justicia.

En un interesante reportaje de investigación económica publicado el reciente Día Internacional de la Mujer, diario EL TELÉGRAFO dio a conocer que la cuarta parte de los hogares en el Ecuador tiene a una mujer como cabeza de familia. Que 244.706 mujeres son propietarias o administradoras de empresas. Que 148.578 féminas gerencian en el sector comercial ecuatoriano. ¿La mujer es un ángel o un demonio? Si evitamos generalizar, tendremos que responder que ni lo uno ni lo otro. Que así como el hombre, la mujer es lo que desea ser, aunque para lograrlo deba vivir duros años de sacrificios y limitaciones. Y debemos sostener además que mientras hay mujeres que parece que encuentran la felicidad no solo dominando, sino también humillando, sometiendo y provocando la infelicidad de quienes se encuentran a su lado, existen féminas angelicales que han dedicado su existencia a dar alegrías y felicidad a su familia y amigos, que las recuerdan como hadas bondadosas, ejemplos para la comunidad por su generosidad, comprensión y esfuerzos sin límites.

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