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El Telégrafo

La mujer en el 15 de noviembre de 1922

14 de noviembre de 2012

A pesar de las conquistas liberales logradas por la mujer ecuatoriana, era necesario que ocurriera un hecho de trascendental importancia en la historia del país, para que hiciera su aparición masiva y comprendiera por primera vez lo que es la organización. Este hecho fue la primera huelga general que culminó con la masacre del 15 de noviembre de 1922.

La huelga general fue declarada para exigir el alza de salarios, en un momento de aguda crisis económica, ocasionada por la baja del precio del cacao en el mercado internacional y la devaluación monetaria por el presidente José Luis Tamayo en beneficio exclusivo de los exportadores y banqueros. Lo que trajo como resultado el encarecimiento del costo de la vida. Si bien el movimiento comenzó con reivindicaciones de carácter económico, pronto tomó las características de un movimiento político.

Durante los ocho días de su duración, los trabajadores se tomaron Guayaquil, paralizaron la ciudad y con un alto espíritu combativo se lanzaron a una serie de actos reivindicativos, en los que participaron organizaciones femeninas, como “La Aurora”, y la “Rosa Luxemburgo”. La primera, un grupo de mujeres de capas sociales medias, liderado por María de Allieri y Clara Potes de Freire. La segunda, de extracción social obrera, dirigida por Rosa Uquillas de Heredia, Lidia Herrera y Luz Celinda Jiménez e integrado, entre otras, por Lucinda Pacheco, Mercedes de Rojas, Ofelia Merchán, Clara Rojas, Virginia Rodríguez, Mariana Moncayo y la negra Julia. Esta -analfabeta- era la abanderada del sindicato de las lavanderas.

Fue capaz de tirarle la bandera al capitán que dirigía las operaciones durante la lucha de la Policía con el pueblo, diciéndole: “Capitán, ¿usted respeta o no la bandera del Ecuador?”, lo que originó el desconcierto y muchos compañeros pudieron salvar vidas.

Los nombres que dieron denominación a sus agrupaciones respondían al espíritu de lucha que vibraba en el sector obrero en ese tiempo. De ahí que, en el transcurso de los acontecimientos, muchas fueron las que junto a los obreros participaron con espíritu de lucha y de martirio.

Un ejemplo de aquello lo encontramos en Tomasa Garcés, esposa de un huelguista, quien con sus tres pequeños hijos se tendió sobre las líneas férreas para impedir la salida de los trenes con lo que se quería romper la huelga iniciada por los ferroviarios en Durán.

Fueron ellas, mujeres sencillas, domésticas de origen campesino, costureras y principalmente las escogedoras de cacao, las que junto a los obreros ocuparon sus puestos en las primeras filas de la gran manifestación que culminó con el asesinato de más de ochocientos trabajadores. Junto a ellos cayeron asesinadas cerca de doscientas mujeres con sus tiernos hijos, en las calles de Guayaquil, el 15 de noviembre de 1922.

¡Gloria al 90 aniversario del 15 de noviembre de 1922!

¡Gloria a las heroicas mujeres que, junto a los trabajadores, escribieron con sangre el primer capítulo en la historia de la clase obrera ecuatoriana!

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