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El Telégrafo

La Marsellesa bajo la tempestad de la crisis

05 de junio de 2013

Francia, la quinta economía del planeta, se encuentra en recesión. ¿Cuál será el siguiente país? Nadie puede prever un proceso indetenible. La lista se agranda día a día: Portugal, Irlanda, España, Grecia, Chipre. La Unión Europea se desmorona poco a poco.

El proceso de deterioro de las economías de los países de la Unión Europea no se detiene. Hoy le tocó el turno a Francia, cuyos índices de contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de 2013 (0,2%) confirmaron el paso del estancamiento a la recesión de su economía, que le fueron comunicados a Francia por la Comisión Europea en Bruselas. En términos técnicos, la economía francesa estuvo en recesión, por dos trimestres consecutivos con decrecimiento.

Cada vez son más los que ahora reconocen que las recetas que continúan aplicándose en la Unión Europea no tienen resultados positivos en términos económicos. La realidad es innegable y tiene su propia contundencia. La Comisión Europea, ante la crisis que se vuelve inmanejable, opta por una cierta flexibilidad en el caso de España y Francia, para que cumplan con los objetivos de sus déficits. Ello no quiere decir que se detenga el proceso de aplicación del recetario económico, sino que solo disminuya su velocidad.

Las buhardillas y calles
de París han visto demasiada historia como para desentenderse de la nueva peste que azota Europa
Recordando la letra de La Marsellesa, uno se pregunta: ¿quién viene hoy a degollar a los hijos de los franceses? Como Francia entró este año en recesión en términos formales, se puede intuir que el mismo capitalismo, el que mantiene barrios enteros desocupados en Madrid, Atenas, Lisboa o Roma, es el que ahora engulle el bienestar de esta gran nación. Es algo que se está pareciendo a las pestes europeas de la Edad Media, pero en la posmodernidad. ¿Será posible que el mismo pueblo de la Revolución Francesa, de la Comuna de París, de la Resistencia contra el fascismo, del Mayo del 68, se deje avasallar por los despiadados neoliberales que, a la usanza del antiguo Atila, han dejado desolados los campos europeos? No puede ser. ¿La patria de Voltaire, Víctor Hugo, Balzac, Sartre y Camus ha perdido su voz? Imposible. Las buhardillas y calles de París, que se tocan como un ovillo, a decir de Julio Cortázar en su novela “Rayuela” -que por cierto acaba de cumplir 50 años-, han visto demasiada historia como para desentenderse de la nueva peste que azota Europa.

El mismo himno, el más famoso del mundo, nos da una buena pista: “Tremblez, tyrans” (Tiemblen, tiranos), anunciando el fin del peor de los tiranos, del más brutal de todos: el capitalismo salvaje neoliberal.

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