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El Telégrafo

La marca “Obama”

10 de febrero de 2012

Vivimos en un mundo de marcas. Vivimos en el branding globalizado donde un par de zapatos Nike no es valorado por su calidad, sino por el Swoosh que lo acompaña. Valoramos, en definitiva, la imagen, lo que se proyecta y lo que simboliza cultural y socialmente. Se lo hace con todo aquello que creemos necesario y nosotros caemos en el canto de sirenas de las marcas. Nuestra identidad está modelada a partir de una marca (o el remedo de una utopía posmodernista sobre la definición de cool, y no aquel cool que nació con Miles Davis).

La marca se convierte en el punto neurálgico de la comercialización del producto. La generación de una marca que trascienda el producto y se convierta en un estilo de vida. Marcas que, eventualmente, trascienden el producto en sí, creando procesos de sinergia que atraviesan el amplio espectro de la comercialización y se plasman como entes de producción autónomos en mercados controlados por ellos mismos: Disney es dueño de ABC y Virgin tiene desde aerolíneas hasta productoras.

El candidato Obama entendió esto y se proyectó como marca. Se proyectó entre videos de Black Eyed Peas, discursos al estilo Martin Luther King y propagandas que lo llevaron a ganar el primer lugar en la ceremonia de la Asociación Nacional de Publicistas (además de ganar, entre otras cosas, la presidencia). Y las marcas corporativas no tardaron en subirse en este sentimiento. Crearon la mejor marca posible. Y es a partir de esa marca que el ahora presidente Obama tiene todavía que esperar por un opositor lo suficientemente fuerte para poder evitar la reelección de un gobierno que no ha terminado de cumplir, pero que sí ha sabido conquistar.

El día de ayer la gran sorpresa la dio Rick Santorum ganando el caucus en tres estados, autodenominándose como la mejor opción conservadora para derrotar a Obama. La otra opción es Mitt Romney, el gobernador de Massachusetts que ganó en Nevada por ser mormón. Así es, y lo hubiera hecho de todas maneras si solo mormones (que votan al unísono y en grandes números) hubieran votado por él. Mientras Santorum está reviviendo en sus posibilidades de llegar a ser candidato, Mitt Romney se ha consolidado como el futuro del partido conservador. Esas son las marcas: el underdog y el futuro.

El problema real no son los planes de gobierno y la ideología detrás de cada uno de los posibles. La cuestión es la marca. Y es algo que no está logrando consolidar por cada tropiezo (e.g.: Romney diciendo que no le preocupan los más pobres) y llevando todos los conflictos nacionales al grado de “republicanidad” (y todo un embrollo por las libertades religiosas y la obligatoriedad de incluir anticonceptivos en los planes de seguro).

La marca “Obama” está por encima de la “Republicana”. Como un Nike parece estar por encima de un zapato.

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