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El Telégrafo

La maldita foto

30 de enero de 2013

Era, en su buena época, referente. Tenía una reputada guía editorial, trabajada desde los principios, uno de ellos, clave en un periodismo serio: el rigor es mucho más importante que la velocidad. Con la primacía del lucro sobre el servicio, los principios se han ido al suelo, la verdad no solo en estos días, ya llevan buen tiempo con el rumbo al revés.

El País, de España, ha debido pedir disculpas a sus lectores -cuando estaba Álex Grijelmo en la corrección de estilo quizá habrían “ofrecido” esas disculpas- porque se han relajado, han renegado, van “a prisa” detrás del dinero que lo han diversificado, han puesto dólares por allá y más acá, en Colombia por ejemplo.

Lo de la “maldita” foto, con el supuesto Chávez agonizante, no es otra cosa que miseria. A Chávez, y al resto de la América soberana, lo han maltratado únicamente sustentados en los prejuicios. Su sesgo le brota a borbotones, ya no es posible jugar a imparcial, ya dejaron atrás otro principio básico: el contexto. Ahora basta con una sola fuente con tal de que diga lo que quiere oír, ver, publicar.

El relato de cómo les llegó a la redacción la impostura da pena, es pura vergüenza. No estaban seguros, nunca lo estuvieron, y sin embargo se fue. ¿Por qué? Porque quisieron ganarle a todos, tenían dizque una primicia por solo 10.000 euros y, además, le daban duro al “chavismo”, se metían con la política venezolana, ya habían destrozado la dignidad de una persona, así que la política era el siguiente paso. Y encima, y eso sí que les duele, han perdido 250.000 euros con el “error”. En ese mismo relato, dicen que encargado a dos de sus más serios periodistas, ¿les queda alguno?, no ofrecen una disculpa directa a Chávez, a Venezuela, a su gente. Hay un error, lo reconocen, y con eso basta.

También en España, que vive una hora dura, con la crisis y un gobierno muy mediocre, también corrupto, han bloqueado la señal de una cadena iraní de televisión: Hispan TV, cadena pública con emisiones especiales para audiencias españolas y latinoamericanas. El argumento: es la señal de un medio procedente de un país que viola los derechos humanos. Ya, sin más trámite, solo desvelando que se hace porque hay que estar a tono con los dictados de una política exterior que elige, según sus intereses, a los enemigos.   

Quisiera saber, es difícil a distancia, y con este recorrido parcial que impone la lectura digital de los medios, si en mi país se ha dicho algo, si se ha puesto “en cuestión” el famoso concepto “liberal” de la libertad de expresión a propósito de estos terribles “errores” de ese modelo de periodismo. Es importante porque desde España, como desde otras partes -Argentina por ejemplo-, algunos medios se han dado a la persecución de los gobiernos de otro signo, esos que le han apostado a la soberanía, a la dignidad.

Ojalá que no sigan escondidos, escondiendo sus verdaderos fines, en medio de conceptos que ni siquiera ellos mismos son capaces de defender. Otra vez, el debate sobre los medios se vuelve imprescindible. Pedirles que lo asuman es como ir al olmo a esperar que caiga alguna pera. Sacudiendo ese árbol solo penas caerán.

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