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El Telégrafo
Daniela Ángela Leyton Michovich

La maldición del Sahara Occidental y los juegos de los conglomerados empresariales

06 de junio de 2021

El conflicto en el Sahara Occidental esconde en su complejidad una profunda violencia económica y social ejercida por Marruecos, país vecino que intensificó la ocupación de este territorio desde la “Marcha verde” (1975). Veamos cómo el conflicto saharaui que parece tan lejano guarda relación con América Latina.

Puntualicemos que el Sahara Occidental, es uno de los 16 territorios identificados por las Naciones Unidas como “no autónomos”. Actualmente, el pueblo saharaui sigue esperando que se concrete el referéndum de autodeterminación que le permitiría total tuición de su territorio.  

Ahora bien, mientras este referéndum no se realice, el estatus del Sahara Occidental   implica (en teoría) que cuenta entre otras cosas con la protección internacional del territorio ante cualquier tipo de explotación o comercialización de sus recursos naturales, entre ellos del más importante : la reserva más grande de fosfato en el mundo,  recurso que es codiciado por importantes transnacionales de productos fertilizantes agrícolas.

A pesar de esta norma de protección de la zona saharaui, la realidad es muy diferente debido a que es Marruecos quién explota, saquea y trafica los recursos naturales. Para esta tarea, Marruecos tiene instalado muros con vigilancia permanente que resguardan las zonas de interés y que están rodeados de minas antipersonales para mantener a los saharauis alejados de estos espacios y de toda posibilidad de algún beneficio económico.

Si pensamos en el negocio del fosfato, veremos que este reviste otras sombras. De acuerdo al informe de Western Sahara Resource Watch, cuatro de 10 empresas identificadas como importadores de fosfatos vía Marruecos, se encuentran éticamente comprometidas y dentro de una lista negra por sus malas prácticas.

Si consideramos la relación de estas empresas de agronegocios con América Latina, tristemente este informe señala que hasta el 2013 se conocía de “dos inversoras no registradas en el mercado de valores, que pertenecen total o parcialmente al gobierno de Venezuela” al mismo tiempo que varias empresas de la región,principalmente de Brasil, son observadas por la sospecha de formar parte de  conglomerados transnacionales norteamericanos que cuentan con zonas exclusivas de roca fosfatada y  que aparentemente adquieren este recurso de forma ilegal facilitado por Marruecos.

El fosfato extraído a expensas de la autodeterminación del pueblo saharaui, es el mismo recurso natural que es tan codiciado por el agronegocio en América Latina. Los grandes conglomerados, apuestan  al crecimiento y la productividad del agro mientras se desentienden de los impactos ambientales y sociales no solo en la región latinoamericana si no también en el Sahara Occidental.

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