La desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista durante los últimos veinte años propició temporalmente la existencia de un mundo controlado de manera unipolar. Los Estados Unidos, a cuyas decisiones se adhirió la Unión Europea con apoyo incondicional, iniciaron directa o indirectamente el desmantelamiento de países de ese continente que hasta entonces se habían conformado –si bien con variantes– alrededor de una distinta organización social.
La guerra de los Balcanes desmembró Yugoslavia, y con el saldo de miles de muertos separó étnicamente a quienes vivían con anterioridad sin mayores problemas de coexistencia. Kosovo independiente fue el botín conseguido.
‘Occidente’, tan promotor de respetar resultados electorales, no reconoce la voluntad de Crimea, e inicia un peligroso retorno a la Guerra FríaCuando en 1954 Nikita Kruschev ‘regaló’ Crimea a Ucrania, en el marco de la amistad entre las naciones que conformaban la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con seguridad no podía prever que en algún momento tal generosidad pasaría la cuenta a su país. El problema estalla recientemente, cuando empieza el canto de sirenas desde Europa hacia Kiev, tratando de alinear a la gran potencia en la órbita occidental, lo que pasando por la unión económica o adhesión a la Unión Europea llegaría seguramente a la pertenencia a la OTAN.
Con una pauta bien diseñada, las potencias occidentales azuzaron protestas y manifestaciones armadas, reprimidas también con fuerza, hasta conseguir que el presidente ucraniano renunciara, para que pudiera asumir el poder un sector en el que se agrupan desde facciones independentistas hasta militantes neonazis.
No imaginaron que en Crimea la mayoría de la población de origen ruso votaría por retornar a Rusia casi unánimemente. Decidida, según parece, a recobrar su rol de potencia mundial, la Rusia representada por Vladimir Putin y el respectivo Parlamento aprobaron ya el reingreso de la península que tantos significados históricos y geopolíticos tiene para ese país.
Pero ‘Occidente’, tan promotor de respetar los resultados electorales, en este caso no reconoce la voluntad de Crimea, e inicia un peligroso retorno a la Guerra Fría.
En el habla popular se utiliza la expresión la ‘ley del embudo’ al referirse a la forma ventajosa de retener la parte ancha o mayor y entregar la estrecha o menor al otro. Significa también la existencia de un doble rasero que permite medir de manera distinta cosas similares. Lamentablemente, en política se manifiestan a menudo estas contradicciones, y cobran vigencia los dichos, dependiendo del poder de quien juzgue.