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El Telégrafo

La jubilación

21 de noviembre de 2013

“El trabajo es muy divertido” dice el adagio antiguo: “uno puede pasarse horas mirando cómo otros trabajan”. Una cínica verdad que nos hace reír cuando estamos activos laborando, pero que es posible que sea muy duro de aceptar cuando la edad, el tiempo e indudablemente los achaques le ponen a uno enfrente de la ‘terrible’ jubilación. Para algunas personas parecería una obsesión; para otras es simplemente una etapa de la vida que tiene que llegar y para la cual hay que estar preparados y ser previsores. Pero es cierto que la inseguridad y la inestabilidad del entorno pueden causar pensamientos encontrados sobre este tema.

Jubilación viene de jubilatio en latín, describe el cese de nuestra actividad laboral por razones de edad y que nos permite recibir una pensión. Fueron precisamente los antiguos romanos quienes iniciaron esta modalidad, que es una recompensa para que el trabajador disfrute de sus años dorados después de largos años dedicados a algún tipo de actividad. Pero a pesar de ser una práctica muy justa y antigua, no todos los países la reconocen como un beneficio para el viejo trabajador y que debe ser por ello recompensado. No necesariamente significa que el trabajador ya no es capaz de desempeñar ninguna actividad productiva, por lo cual hay que distinguir entre las distintas clases de trabajo: tres décadas de trabajo de un campesino consumen su organismo mucho más que el de un oficinista o un profesional.

Sin embargo, muchos gobiernos intentan alargar la edad de jubilación, pues asumen que hay una mayor expectativa de vida y que, por supuesto, se ha mejorado su calidad. Tal vez sea cierto, pero no se puede poner a todos en la misma canasta. De cualquier manera sesenta y cinco años parecerían muy fáciles de alcanzar ahora con relativa buena salud. ¿Qué hacer entonces? La clave es tener el dinero suficiente para poder retirarse con tranquilidad y dedicarse así a lo que en ese momento nos apetezca. Ese sería el concepto general. Una vida laboral completa y trabajada, una jubilación tranquila y sosegada. No siempre sucede así.

Hay aspectos fundamentales que son necesarios definir desde nuestra temprana juventud. En primer lugar la continuidad laboral es un requisito importante; pero así mismo el haber trabajado en empresas serias y formales que han cumplido y cumplen con los mandatos legales del seguro social y tributario. Qué triste sorpresa se llevan muchas personas al aplicar a su jubilación y descubrir que algún empleador no cumplió con las aportaciones correspondientes. La tecnificación de nuestro Seguro Social permite que todos los afiliados podamos acceder a nuestra información laboral por medio de su página en Internet, entre la cual está la historia de nuestras aportaciones válidas para la jubilación.

Cuando veo la dedicación que le pone mucha gente a su trabajo, apuesto a que morirá sobre su escritorio. Espero perder mis apuestas, pues las personas necesitan decir adiós al trabajo, tiempo para dedicarse a sí mismas, disfrutar de su familia y no hay duda de que a veces las despedidas son el paso para un futuro mejor.

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