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El Telégrafo

¿La izquierda chilena retoma el poder?

18 de noviembre de 2013

En la película No, se describe que, utilizando una simple estrategia “la alegría ya viene y que lo mejor está por venir”, se derrotó a la dictadura en el plebiscito que perseguía mantenerla en el poder. Ni los ingentes recursos ni la fuerza pudieron con la decisión de un pueblo por liberarse del yugo. En el fondo, la pelea era contra el miedo y el modelo pinochetista implantado, protegido por la Constitución.

En lo económico, el modelo estableció el imperio del libre mercado. Se desarrollaron los sectores primarios ligados a la exportación (minerales, cobre, frutas, pescados, mariscos, vino, etc.), las actividades complementarias vinculadas a estos productos y cierto tipo de maquinaria liviana. Hubo crecimiento, empleo y mayores ingresos. Sin embargo, se dio un proceso de concentración del ingreso y de la riqueza que aumentó la inequidad.

En cuanto a lo social, no había una política, sino que se creó una sociedad de mercado en que todos los bienes y servicios se convirtieron en mercancías. Así, hasta los derechos fundamentales, como la educación, la salud y vivienda, tenían un precio en el mercado y quien no tenía cómo pagarlo no podía satisfacer estas necesidades básicas.

En este marco se desarrollaron las elecciones presidenciales chilenas en las que sobresalieron las candidatas Michelle Bachelet, de la Nueva Mayoría (izquierda), y Evelyn Matthei, por la UDI (derecha). Ambas hijas de militares. La primera detenida y torturada por la dictadura; fue presidenta, y, la segunda, fue ministra de Trabajo de Piñeira. Su padre sirvió a Pinochet.

La expresidenta plantea reformas estructurales, comenzando con el cambio de la Constitución. Propugna el fortalecimiento del papel del Estado, tan disminuido por la dictadura. Propone una reforma educacional y otra tributaria. En la primera busca convertir a la educación en un derecho social más que un bien de consumo, en el que el Estado proporcione este servicio de manera gratuita y de calidad. La segunda trata de hacer pagar impuestos a los que más tienen con impuestos progresivos. También propone la creación de un fondo de pensiones estatal. Recordemos que en este país la seguridad social es manejada por administradoras de fondos de pensiones privadas, que administran los fondos del seguro social de los empleados; y las instituciones de salud previsional (Isapre) prestan los servicios de salud a los afiliados, pero tienden a relegar a los que tienen menores ingresos.

Matthei propone de manera general: una salud pública digna (mejora de los servicios de salud), educación equitativa y de calidad (reforma escolar, media y superior), descentralización territorial y tributaria, lucha contra la delincuencia, crecimiento (impulsar emprendimientos y competitividad) para financiar pensiones más altas y modernización del país.

Se trata de dos programas diferentes. Matthei quiere mantener el modelo chileno poniéndole rostro social. La pobreza, la promesa de cambio e inclusión social, y las protestas estudiantiles por derechos sociales, equidad y justicia, incidirán en el voto por Bachelet, que pretende reformar la Constitución para la vigencia de derechos sociales.

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