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El Telégrafo

La ira de Dios

14 de febrero de 2012

Por las desmedidas ambiciones empresariales, ir sumando negocios, telefonía, televisión pagada, a más del enorme conglomerado de medios, el grupo Clarín ha estado bajo sospecha en Argentina. La forma como se hizo del negocio del papel, en contubernio con los dictadores argentinos, esos que hoy están juzgados por crimen de lesa humanidad, le añadió otra penosa marca a ese grupo. Y en medio de eso, personaje destacado por su oscuridad, con estilo casi mafioso, es Héctor Magnetto, su director ejecutivo, el CEO.

Es que durante muchos años jamás se dejó ver, siempre a la sombra, como cuando el bajo perfil era garantía de impunidad para los delincuentes a gran escala. Héctor Magnetto, “la ira de Dios”, así lo conocen, es el protagonista de muchas historias, en donde el poder está en el centro de ellas.

Nadie en la Argentina puede llegar a presidente sin el apoyo de Clarín, de eso siempre se han jactado Magnetto, Ernestina Laura Herrera de Noble, la viuda heredera del imperio que dejó montado Roberto Noble, el fundador de ese diario que sobrevivió a las crisis sacando provecho de las relaciones con el poder, usando información privilegiada y atemorizando a presidentes.

Dicen que cuando Carlos Menem se sintió acosado por el escándalo del contrabando de armas, visitó a Magnetto del poderoso Clarín, que también cubría esa noticia. Menem, que recibía lujos y caros regalos, como un Ferrari, y que no solo por eso había degradado la investidura presidencial, apostó por la fórmula: “¿Qué no ves que soy el presidente?”. Magnetto, con mirada de desprecio, respondió: “Empleo menor”.

Sí, para el mandamás de un  medio tan poderoso, ser presidente de la república era poco. Al mismo tiempo dejaba resuelta la cuestión de que el poder pasa, de verdad, por los grupos económicos mediáticos que ponen y quitan presidentes, como él mismo lo ha dicho tantas veces.

Será por eso que en nuestro país, guardando las distancias, respetando las especificidades, existen atisbos de comportamientos similares. Nadie puede tocar a los medios, so pena de ser estigmatizado como violador de las libertades. Concentración de poder, exclaman, cuando este no pasa por sus aprobaciones. El actual Ejecutivo ejercido por fuera de sus dominios está balanceando apenas las relaciones de poder.

Y hemos entrado entonces en un terreno peligroso: los medios buscan desprestigiar a este gobierno porque ya es tarde para una negociación. Tarde fue desde el principio, solo que no se lo creyeron cuando la línea de comunicación directa con Carondelet les fue cortada, condición indispensable para soñar con un Ecuador distinto.

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