Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La iniciativa Yasuní ITT nos duele, y mucho

23 de agosto de 2013

A quienes tuvimos la oportunidad, y el privilegio, de trabajar por la iniciativa Yasuní ITT, la firma del Decreto 74 por parte del presidente Correa, con el cual se da por terminada la propuesta de dejar el crudo bajo tierra, nos duele. Y mucho.  

Y nos duele, no solo porque era una propuesta revolucionaria, pionera e innovadora, sino porque revelaba una actitud ética frente a la necesidad de cuidar nuestro planeta. No solo porque significaba guardar con responsabilidad y coherencia los derechos de la naturaleza expresados en la Constitución de 2008, sino porque -además- convertía al Ecuador en líder en la lucha contra el cambio climático.

Y nos duele, porque la iniciativa Yasuní ITT era quizá la única propuesta, real y efectiva, que contradecía el modelo convencional de máxima rentabilidad y crecimiento infinito impuestos por el gran capital transnacional. Ese mismo capital que imponía su fuerza en cada cumbre mundial convocada para, dizque, mitigar el cambio climático.

La iniciativa, para ese gran capital transnacional,  era un verdadero atentado, ya que ponía en evidencia que el mercado no es capaz -no le interesa- de resolver la tensión entre capital, trabajo y naturaleza.  Y no es capaz de regular el uso de bienes públicos globales, como son los bienes ambientales.  

Es cierto que el mundo, ese capital transnacional que gobierna los Estados, fue incapaz de asumir la corresponsabilidad que exigía la iniciativa, de ahí las pírricas cifras recaudadas. Y es cierto también que se cometieron errores, sobre todo desde el último equipo negociador, que no supo encontrar la forma y los mecanismos para romper el cerco impuesto por ese capital y convencer a los gobiernos que deben generar espacios de compensación y redistribución equitativa de los bienes de la naturaleza.

Pero no es hora de llorar sobre la leche derramada, ni es hora de aprovechar esta coyuntura para, desde la oposición, utilizar la defensa de la naturaleza para hacer daño al gobierno del presidente Correa. Habríamos querido que todos los que aparecen ahora como ecologistas y defensores de la naturaleza hubiesen aparecido cuando se los necesitaba. Habríamos querido que los banqueros y los partidos de la vieja y nueva partidocracia hubiesen contribuido con   su presencia, sus ideas o su dinero a la iniciativa.

Estoy convencido de que a los verdaderos ecologistas, honestos y sensibles, les duele enormemente el fin de la iniciativa. Pero también estoy convencido de que al propio presidente Correa, como lo ha dicho, también le duele. Por ello ha expresado que se garantiza que solo el 1 por 1.000 del Parque Yasuní será afectado.

Pero lo será.  Por ello creo que es legítima la convocatoria a una consulta popular.  Y que seamos todos los que tengamos la oportunidad de decidir.  Y lo hagamos a conciencia, sin prejuicios ni falsos dilemas. Y que sea la oportunidad para, desde la acción colectiva, derrotar al capital transnacional y construir un nuevo modelo que proteja, regule y redistribuya los bienes ambientales.

Contenido externo patrocinado