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El Telégrafo

“La información quiere ser libre”

06 de septiembre de 2012

Es el famoso aforismo de Stewart Brand, escritor estadounidense, muy conocido por ser el editor del “Catálogo Total de la Tierra” (Whole Earth Catalogue) que entre 1968 y 1972 crea una contracultura e inspira la creación del Día de la Tierra para indicarnos que el  corto espacio de atención que le dedicamos a la civilización está desubicado con el ritmo con el que se generan los problemas ambientales. Y añade que la salud del medio ambiente requiere paz, prosperidad y continuidad, en donde la tecnología podría eventualmente ser buena para el entorno.

Brand tiene muchos talentos, siendo experto en tecnología, precursor de Internet y organizador de la primera Conferencia de Hackers, en la que acuña su frase “Information wants to be free”,  que se traduce como: la información quiere ser libre o gratis. Asumo que Brand quiere decir exactamente eso, pues distribuir, copiar y combinar la información no tiene costo y es demasiado barata para medirla. Y concluye con su menos popular frase: “Information also wants to be expensive” que significa: la información también quiere ser cara,  porque es de un inmenso valor para quien la recibe. Y esto es lo que realmente causa una tensión que no puede desaparecer y más bien nos lleva a un desgarrador e interminable debate sobre su precio, propiedad intelectual y aun el derecho moral a su distribución casual, y observamos que cada nueva corrida de aparatos con adelantos tecnológicos empeora esta tensión. Esto nos debe recordar el dilema ético que tenemos con el inefable Julian Assange: ¿Son los WikiLeaks moralmente aceptables?

Stewart Brand  puede ser considerado el filósofo más importante del movimiento verde, pero sus valores y normas de comportamiento se desvían de los de la sociedad y realmente es un hereje ecologista que con un pragmatismo único se declara a favor de casi todo lo que los ecologistas tradicionales, como el ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, ven con temor y suspicacia. Probablemente Brand nos enseña la manera de cambiar de opinión desde lo “verde” tradicional hacia una visión realista de la ecología, en una forma inteligente.

El movimiento ecologista de los 70 y 80 está totalmente en contra de la energía nuclear, los cultivos transgénicos y las ciudades superpobladas. Brand manifiesta que el mundo ha cambiado radicalmente. Ante la amenaza de un calentamiento global catastrófico, solamente la tecnología nos puede ayudar a revertir sus devastadoras consecuencias. De esta manera la producción de energía nuclear y de alimentos transgénicos con la nueva tecnología disponible utiliza menos energía no renovable y, sobre todo, menos agua.

Y es muy radical al expresar que los viejos ecologistas han hecho mucho daño a lugares de África, Asia y aun América Latina al promover una especie de anticiencia al inducir a que no hagan caso a los científicos que predican que los cultivos transgénicos no son solo buenos, sino más productivos, sustentables y adaptables al cambio climático. Es decir, buenos para el medio ambiente. Y Brand, con toda razón, a estos ecologistas los llama obsoletos, muy negativos y esclavos de la tradición al defender ideas como la agricultura local y artesanal, que serían buenas en zonas con obesidad crónica, pero  en gran parte del mundo lo que falta es volumen de alimentos.

Y Brand es cáustico al despreciar la agricultura orgánica, a la cual califica de “alimentos nostálgicos, diseñados para ricos y que ni siquiera son tan saludables como los transgénicos”. Piensa que lo que Al Gore propone en su libro “Una verdad incómoda”, acerca de resolver los problemas del clima global con energía solar, eólica y geotérmica, simplemente no funciona.

Nuestro presidente Correa ya defiende el uso de la investigación para desarrollar cultivos transgénicos que puedan adaptarse mejor al clima variable de la serranía, a la proliferación de plagas e insectos de la costa y en general hacer más llevadera la dura tarea del campesino ecuatoriano. Piensen lo agradable que sería para el arrocero de la Cuenca del río Guayas que sus cultivos sean resistentes a la plaga del caracol. Creo que debemos darle a Brand el beneficio de la duda. Es un pionero en un mundo en el que se abren fronteras todos los días. Somos demasiado pobres como para negarnos a los beneficios de la ciencia.

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