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El Telégrafo

La incómoda estación invernal

30 de enero de 2014

A las situaciones especiales que provocan las lluvias en la Costa se agrega la triste realidad que afrontan millones de compatriotas, víctimas de la falta de alcantarillado fluvial en los sectores más pobres de la ciudad más poblada del país. Son los asentamientos consumados por traficantes de tierra urbana, protegidos por una partidocracia irresponsable que utilizó a los caporales de esas mafias como agitadores.

En plena campaña, el ‘cachorro’ que ha cambiado su primer nombre por el de ‘alcalde’ como si lo hubiera heredado de por vida, se ve en la incómoda situación de afrontar el reclamo de la gente que se fue a pique con los primeros aguaceros y lo peor es que los ríos que se forman en las calles suburbanas se llevan en vilo los vistosos letreros de ‘su obra’, dejando a la intemperie su menguada credibilidad.

Y como allá están los votos que definirán el resultado, haciendo de tripas corazón, tendrá que aguantar el bochorno de la protesta suburbana por haberlos abandonado a su suerte, tanto que algunas de esas zonas marginales ni siquiera constan dentro del perímetro urbano de Guayaquil, así que no tienen por qué reclamar obras, solamente darle el voto, como lo hicieron bajo la presión de dirigentes como Balerio Estacio, que se arrepiente de haber sido tratado como esclavo por la cúpula socialcristiana. Solo que la gente ya no se come el cuento del alcalde diligente que ha salido a llorar junto a la lluvia la desgracia de su pueblo en este invierno incómodo que ha dejado al descubierto la vulnerabilidad en que aún vive esa gente por falta de la obra municipal de canalización.

Se ha revelado que el burgomaestre porteño no vive en Guayaquil, sino en la isla paradisíaca y privada de Mocolí, dentro de la jurisdicción del Samborondón ‘pelucón’, provocando la reacción estupefacta de muchos de sus antiguos electores que hoy se sienten abandonados por su líder.

Una ‘perlita’ se está difundiendo en letreros barriales, supuestamente de iniciativa del vecindario, con la leyenda: ‘Prefiero un alcalde con bigote que una alcaldesa monigote’.

Él mismo lo dijo a la primera mención de la candidatura de doña Viviana, que no se trataba de un concurso de belleza para que ella aspire al cargo. Pero el crecimiento de la postulante de PAIS está poniendo las barbas en remojo del machista bravucón.

Y como seguirá lloviendo, aumentará la evidencia de su excluyente inequidad.

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